Con mínimos elementos, una buena actriz, una potente historia y muy buenas ideas, narrativas y visuales, el autor de esta sencilla pero estupenda película croata consigue interesar al espectador con una inteligente reflexión sobre la guerra de los Balcanes, que a principios de los años 90 fracturó sangrientamente un gran país como Yugoslavia en las siete repúblicas balcánicas independientes actuales. Y es que aquello, como bien decía aquella película de Paskaljevic en su título, era, efectivamente, un polvorín.

Y qué tramo final... Con instantes llenos de tensión como el del ascensor. Y qué buenas secuencias acompañando esos intensos momentos. Y qué plano final. Inolvidable.

Personalmente, mi favorita hasta el momento en el Atlántida Film Fest de este verano.