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Voto de miguel:
9
Drama Poético homenaje del director taiwanés a su ídolo, el realizador japonés Yasujiro Ozu, en el centenario de su nacimiento. Un delicado drama que hace referencias a los temas recurrentes del magistral autor nipón (la comunicación entre padres e hijos, el ritmo de la vida diaria, etc.). (FILMAFFINITY)
5 de noviembre de 2005
39 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacer un simple homenaje sería digno de un cineasta menor y no del que posiblemente sea el cineasta más importante del cambio de siglo. Evidentemente, el hecho mismo de hacer una película basándote en el mundo de otro cineasta indica una posición de respeto, pero no es el homenaje rancio, estéticamente vacío que estamos acostumbrados a ver. No. Hou Hsiao-Hsien cree en la válidez del cine de Ozu. Busca al pequeño director japonés en sus encuadres, viaja hasta su mundo para encontrarlo. ¿Por qué? Porque Ozu es la esencia misma de la vida. Es el amor, el respeto, la risa, la alegría. Aún siendo sus películas otoñales y profundamente pesimistas en su resolución, es fácil sentirse desbordado como espectador ante ese mundo y esos personajes que el gran maestro nos mostró en sus películas. Por contra, Hou Hsiao-Hsien, en su anterior film, Millennium Mambo, nos mostraba todo lo contrario, una sociedad completamente deshumaniazada, que avanzaba sin rumbo fijo hacia la total pérdida de identidad.

Preocupado por esa posibilidad, HHH echa la vista atrás y encuentra en Ozu una opción estética comprometida contra la deshumanización. El conflicto entre padres e hijos se traduce ahora en una completa incomunicación, dos generaciones que no se enfrentan, simplemente no se entienden. La protagonista se pasa toda la película intentando encontrar un pasado concreto, visible o tangible, en un Tokio tecnificado y donde los trenes parecen ser un refugio espiritual. La búsqueda de ese Café al que asistía un famoso compositor tiene que ver con la necesidad de reencontrarse con ese pasado del que fue apartada al ser abandonada por su madre. De nuevo vuelve a surgir el problema de esa pérdida de identidad, pero mientras los adolescentes de Millennium Mambo parecían poco conscientes de ello, Yoko tiene la necesidad de ir en busca de su pasado, aunque sea de forma indirecta. Pero esa búsqueda no es solo la de una mujer en una ficción, sino también la búsqueda de un director que busca las raíces del cine, busca su pasado, comprenderlo y así seguir avanzando. Avanzar si, pero sin dejar de mirar atrás. A pesar de que estamos en un "ecosistema Ozu", HHH elude ciertas coincidencias estéticas que podrían hacer pensar en que este film es un mero homenaje. Así, frente a la rígida ascesis de Ozu, el director taiwanes opta por una cámara menos fija, incluso a veces huye conscientemente del "efecto Ozu" aunque el plano no lo necesite. El Café que busca la protagonista se transforma, para el caso de Hsiao-Hsien en Café Lumiere, es decir, navegar, bucear por toda la historia del cine para dotar al cine de una identidad propia, frente a todos aquellos que quieren contaminar el Séptimo Arte con política, filosofía y demás. Y para hablar de la pureza del cine nada mejor que remitirse a Ozu. Para hablar de la grandeza del cine actual nada mejor que remitirse a Hou Hsiao-Hsien.
miguel
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