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Voto de miguel:
6
Drama En la actualidad, un hombre recibe en la ciudad a su hermano menor, a quien hace tiempo no veía. A fines del siglo XIX otro par de hermanos, militantes de la revolución independentista, son acusados de traición y ejecutados en una maniobra jacobina entre los propios revolucionarios (el acusador, Emilio Aguinaldo, se convertiría después en el primer presidente del nuevo país). Hay varias historias, varias versiones de la Historia. El ... [+]
9 de agosto de 2008
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película podría acercarse al concepto de abyección propugnado por Jacques Rivette a propósito de Kapo. Martin manipula las imágenes y los tiempos de su película en favor de un significado excesivamente subrayado, revistiéndolo de planos largos (enormemente largos, pero también muy dinámicos y vistosos) para contentar a una cinefilia afín que ha surgido tras el fenómeno Bela Tarr. Pero esto no es Gerry, ni The Brown Bunny ni Los muertos, películas que se cuestionan a sí mismas y donde las imágenes son sólo un principio evocador para espectador. En el caso de Martin, todo parece mucho más claro y no creo que se acerque al dicho godardiano referente a confrontar imágenes claras con ideas vagas (La Chinoise). Creo que el fallo de Martin es proponer un discurso muy limitado y cerrado que vuelve ineficaces los enormes planos que despliega.

El problema de Autohystoria pues, es que esas ideas están muy claras, como si se tratara de una película de Lars Von Trier o de su epígono norteamericano Paul Thomas Anderson.. El plano 2 es el más predecible y manipulador de todos, con esos coches girando repetidamente alrededor de la plaza, donde desaparece por completo la naturalidad y espontaneidad del primer plano (unos 40 minutos de paseo ininterrumpido). Al principio puede llegar a intrigar, pues sólo vemos a los vehículos girar y girar hipnóticamente alrededor de una plaza donde ondean banderas de Filipinas. Es una manipulación del contexto para introducir a la fuerza una idea que se desvela en los planos 3 y 4, en los que vemos en el interior de uno de esos vehículos a dos de los personajes, cada uno mirando constantemente hacia su ventanilla. Una mira al exterior de la plaza y la otra al interior. En la primera vemos enormes carteles con grandes anuncios, luces de neón sobre la bulliciosa silueta del presente capitalista del moderno Manila (espero que imegineis ya por dónde van los tiros de Martin) y en el interior vemos una y otra vez las banderas filipinas alrededor del monumento, una simplista y excesivamente subrayada metáfora de esa suerte de capitalismo emergente (Filipinas es una de las mayores exportadores de manufacturas electrónicas del mundo) y excesivo autoritarismo estatal que vive filipinas en los últimos 20 años -época por la que transita la interesante película colectiva Imahe Nasyon-. Por si la confrontación de estas dos imágenes no había quedado clara, el siguiente plano muestra a los dos protagonistas caminando en la más absoluta oscuridad. Excesiva oscuridad que revela otro plano demasiado pretencioso y con un evidente afán metafórico, que relaciona lo visto en los tres planos anteriores con la referencia histórica de los hermanos Bonifacio (los más importantes revolucionarios filipinos durante la ocupación española, ejecutados por otra facción idependentista filipina)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
miguel
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