Toda una sorpresa que este producto de apariencia infantil y bobalicón, esté cargado de humor negro, de personajes totalmente caricaturizados y de gags de lo más inteligente y macabros. Sólo hace falta que veamos quien es su director para darnos cuenta de que MATILDA no es la típica película para niños en el que todo es color de rosa, hay unos padres modélicos y, como mucho, algún niño rebelde que causa problemas.

Aquí los verdaderos causantes de los problemas son los padres de Matilda y la directora de su colegio. Sin duda alguna los tres mejores personajes de la película, con los que se realiza toda una sátira sobre la sociedad y sobre como algunas familias, ni se preocupan de la educación de sus hijos y viven totalmente hipnotizados por la televisión. Resulta muy cómico que la madre bañe a la niña en el fregadero, ni se plantee llevarla al colegio cuando ya tiene 6 años o la castigue por corregir a su padre en una suma.

Ya desde la primera escena podemos ver como trataran los padres a Matilda, totalmente descuidados por ella y cuyas únicas preocupaciones son conseguir dinero y ser una familia con éxito. Danny DeVito pone toda su comicidad, estereotipando a un padre estafador, que vende coches usados al que sólo le importa el dinero y Rhea Perlman también nos brinda un registro peculiar como una madre de lo más fashion-victim que no se entera ni de cuántos años tiene su hija.

La directora del colegio es otro plato fuerte en la cinta. Una mala malísima, que en numerosos momentos nos hará reir, y que sin duda protagoniza alguna que otra escena tensa en la película (aunque todo muy prismatizado desde el humor).

MATILDA nos brinda inteligencia y buena comedia, en un producto que no deja de ser para niños pero que no nos hará vomitar por los mimos de sus padres y amigos. Los que tengan sentido del humor, no duden en verla.

Lo mejor: La directora del colegio.
Lo peor: Que pueda dar imagen de producto amable para niños.