Terminado el quinto capítulo de la primer temporada de esta serie, no puedo más que declarar que tengo la cara llena de moretones y el cuerpo agotado. La intensidad, ritmo, vértigo y locura visual de estos 5 episodios me ha dejado mas cansado que un par de personajes, esos que se llevan a la rastra a una Londres multiétnica y marginal en pos de la supremacía de un negocio tan letal como supremo. La tan mentada lucha por la legitimidad social escalando desde la marginalidad (desde Scarface o El Padrino, hasta la misma Peaky Blinders sirven como medida de este traje) se apersona esta vez a través de un imperio inmobiliario inesperadamente en jaque y familias con lealtades al borde del quiebre total ante la mera posibilidad de que la teta deje de dar.
Padrinos de guante blanco y no tanto ( Finn, el tío Ed, ), la reconversión del poder gracias a los nuevos oficios que lavan la mugre ( Alex, quien consigue transparentar hasta la sangre) y abren puertas impensadas, personajes sacados de una licuadora mortal entre Sin City y Snatch ( el patriarca gitano es un héroe moderno sin más), díscolos herederos, ambiciones desmedidas, falta de escrúpulos a toda hora, historias desangrantes barridas bajo la alfombra, el este europeo como el nuevo enemigo bárbaro que amenaza al establishment civilizado y acomodado, y todo el cóctel que tanto nos gusta ver, aparecen en este acorazado que arrasa con tu mejor sillón y te estampa contra la pared ya con el primer capítulo. Gratísima sorpresa y hambre de más....como debe ser.
Importante: No es para críticas con champagne. Es para ver con protector bucal.