4 de febrero de 2007
68 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un escritor (podría ser Mark Twain, podría ser Stephen King) recuerda un episodio crucial en su paso de la infancia a la adultez. Lo transcribe con su ordenador y, al final, no guarda lo escrito en el disco duro porque es un recuerdo que tiene grabado en el corazón.
Cuatro niños emprenden un viaje que ellos suponen de ida y vuelta, sin saber que será un viaje sin retorno. Ni siquiera la remembranza del escritor supone una vuelta al tiempo de la niñez: los diálogos infantiles, las relaciones de amistad entre los niños y los hechos que articulan la aventura (o travesura), están impregnados de la añoranza y de la mitificación. Sin duda, es lo mejor de la película, ese sentimiento de que la niñez es un estado inalcanzable por el adulto, ni siquiera a través de la memoria, pues todo recuerdo será, al fin y al cabo, el de un adulto.
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