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Voto de PADRE FLANAGAN:
5
Comedia. Musical Terry Rooney (Cagney), líder de una banda de música de Nueva York, se marcha a Hollywood, donde le han ofrecido un contrato para hacer una película. Allí descubre los entresijos de cómo se moldea a los actores, de cómo se les maneja. Sin embargo, Terry no puede soportarlo y huye con su mujer, Riota. El productor de la película no presta importancia al hecho hasta que la película es estrenada y tiene un éxito absoluto. En poco tiempo, ... [+]
30 de abril de 2011
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Olvidada o simplemente ignorada película que las ediciones baratas de dvds de éstos que regalan con los periódicos de los domingos nos permite recuperar. Esta es la segunda vez, tras DESFILE DE CANDILEJAS, en la que vemos al duro de duros James Cagney, el enemigo público número 1 de la gran pantalla, cantando, bailando y dando rienda suelta a sus dotes de comediante. Lo que, dicho de paso, lo hace fantásticamente bien, no en vano fueron esas sus credenciales cuando llegó a Hollywood con los primeros balbuceos del cine sonoro. Y lo volvería a hacer muchas veces más, a saltos entre su larga galería de interpretaciones de tipos enérgicos, duros, broncos e indómitos, heróicos o criminales, pero siempre carismáticos e inolvidables, entre los que sobresaldría, por méritos propios, el magnífico y enloquecido Cody Jarret, criminal de criminales, de AL ROJO VIVO. Conseguiría precisamente el Oscar al mejor actor en la década siguiente con el fastuoso y patriótico musical YANQUI DANDY, y se despediría del cine en olor de multitud con la fabulosa, enloquecida y divertidísima UNO, DOS, TRES.

Aquí lo tenemos en una película del montón, haciendo el papel de un cantante de New York que es contratado como actor en Hollywood, papel que le viene al dedillo porque es prácticamente su propia historia. Sin ser nada del otro jueves, la pelicula se deja ver bastante bien, es entretenida, tiene unas cuantas buenas canciones, algunas escenas divertidas (como la del criado japonés que "hace" de criado japonés, o la del rodaje de la pelea que acaba saliéndose de madre), tiene el aliciente de ver cómo se veía Hollywood a sí mismo en aquellos gloriosos años 30, y, sobre todo, tenemos a Cagney en toda su salsa sacando adelante la función. ¿Qué más se puede pedir?

Lo malo son las condiciones en las que tenemos que ver la película, con una copia bastante deteriorada en la que los rostros de los actores se difuminan y en la que en las escenas nocturnas o con fuertes contrastes luminosos las sombras oscurecen la pantalla y diluyen la imagen; por no hablar de un doblaje de "todo a cien", que sin ser malo del todo está realizado apresuradamente, sin brío y sin matices, con lo que una película a la que perfectamente le podría poner un 6 se queda en un 5 pelado y eso porque está James Cagney en ella.
PADRE FLANAGAN
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