Atrevido planteamiento, tanto formal como conceptual, sobre el “nacimiento” (como sugiere el título) de la sexualidad en la adolescencia.
La película consigue transmitir la fragilidad y la inocencia de la adolescencia, momento en el que irrumpe la sexualidad y todo lo que lleva consigo: inseguridades, inquietudes, complejos y frustraciones. ¿Como lo consigue? Mediante dos aciertos. En primer lugar, la naturalidad de las interpretaciones -soberbias las tres pero especialmente Marie, rostro que personifica la inocencia-. En segundo lugar, la apuesta de Céline Sciamma por un cine contemplativo (donde los planos fijos y el uso sugerente del silencio y la música prevalecen sobre el aspecto verbal) que ensalza la fotogenicidad y frescura de las jóvenes actrices.
El film empieza magníficamente con la actuación del equipo de natación sincronizada - preciosas las imágenes posteriores desde el interior de la piscina- y con la presentación de los tres personajes. Marie es el eje en torno al que gira todo el film. Sus relaciones con Anne y Floriane establecen un triángulo en el que cada una siente necesidades distintas aunque todas ellas sobre la sexualidad, pues quieren crecer demasiado rápido pero a la vez tienen un terrible miedo a hacerlo.