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Voto de Migue Muñoz:
6
Comedia Un adolescente asiste a una convención de escritores de Ciencia Ficción y Fantasía, donde el descubre que su historia que escribió para un concurso fue robada por un novelista establecido, y es considerada una obra maestra. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2010
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué la comedia es, junto a la animación, el género más en forma de este nuevo siglo en el cine norteamericano, no recibe objeciones. Los Alexander Payne, Christopher Guest, Wes Anderson, Will Ferrell, Ben Stiller, Todd Philips, Jake Kasdan, o la Judd Apatow family son botones de muestra con bastante diámetro para sujetar el tinglado de un género popular, que ha tenido la estupenda clarividencia para no resistirse a postmodernismos: sin miedo a devorar el pasado, recoger bagaje y sofisticar la propuesta del humor en un collage tan estimulante, como el background constante que es capaz de evocar en cada propuesta. Vemos una pelí de Greg Mottola y sabemos que el tío adora a Richard Pryor, Chevy Chase o John Candy, además que tiene tanta delicadeza y emoción latente como el mejor John Hughes.

Directores jóvenes como Jared Hess siguen modulando el molde al estilizar un género que, incluso, se atreve a incluir la vergüenza ajena como sello personal. Después de 'Napoleón Dinamyte' o 'Super Nacho', nos trae 'Gentlemen Broncos', y la cosmovisión nerd sigue plantando semillas de aquello que se ha denominado post-humor. Ese territorio fascinante donde la comedia juega a dejar de ser comedia, el espectador tiene ganas de abandonar el visionado, horrorizado ante las dosis de vergüenza ajena que se le meten por vena, pero las referencias populares que se plantean alimentan una nostalgia que terminan provocando su aceptación, a pesar de que la vida se percibe miserable y patética.

Se nos viene a la cabeza a Ricky Gervais recibiendo a los extras de 'The Rocky Horror Picture Show', 'Forbidden Planet' revisitado por John Waters, o la incomodidad de El Monologuista Mierder ante la presión obsesiva de que nadie se ríe de sus chistes. Si Hess prefiere contagiar a través de lo desolador y deplorable de la vida no hace falta reírle las gracias, maldigan el mundo donde vivimos. No busquen la carcajada taladrando el diafragma, porque recibirán un retrato de la vida como fracaso perpetuo. A pesar de un final que parece soñado más que realizado.
Migue Muñoz
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