Una fotografía excelente y una magnífica ambientación enseguida sitúan al espectador en disposición de embarcarse en la peripecia que G. Marshall le propone.
El argumento es poderoso y la acción se desarrolla con el ímpetu de las buenas historias gracias a un tratamiento cinematográfico sutil pero contundente.
En la línea de las exploraciones por el centro de África, la película ofrece intriga, exotismo, paraísos recónditos y una imperturbable voluntad de aventura.
Y además añade el suave tintineo de un posible romance y la sombra de una mano criminal como amenaza permanente.
Destacar la presencia de C. Wilde como protagonista y la de C. Lee en el reparto.