Comedia gamberra, dicharachera y juguetona que se sabe acompañar de una trama de cine negro y de las pinceladas de un suave erotismo que el guión exige.
Pero siempre de carácter venial.
R. Portillo saca todo el partido posible a una historia de enredo que a veces tiende a la chabacanería pero que también incorpora algunas escenas verdaderamente divertidas
La narrativa es sencilla, directa y su desarrollo se ameniza con varias piezas musicales y números de coreografía.
Jovial, desenvuelta y sin complicaciones.