Para salir del paso sin complicaciones y aprovechando el tirón del destape, L.M. Delgado dirige una película bastante roma, insulsa y de humor descentrado y algo rancio.
A base de fuerza de voluntad consigue escenas de cierto sentido cómico pero al largometraje le falta trabazón argumental, cohesión, uniformidad de ritmo y por eso tiende a mostrar demasiadas flaquezas.
Historia de enredo deslavazada, inconexa, que apenas cuaja y con demasiados momentos ociosos.

Hay que reconocerle el deseo de agradar pero su mediocridad sólo es capaz de resultar interesante para el espectador si éste decide jugar a favor de corriente y dejarse entretener.