El argumento se presenta directo sobre la pantalla desde el principio, sin concesiones ni medias tintas y enseguida la acción queda planteada con claridad meridiana.
La película posee buenas hechuras, demuestra capacidad de convicción, maneja bien los resortes del cine negro y siempre mantiene una nota de intensidad narrativa más que notable.
Y, además, un soplo de intriga oriental le confiere visos de interés añadido.
La película es seria, está bien construida, posee un perfecto sentido del ritmo y ejerce un control sobre las pausas y la combinación de tramas.
Excelente actuación de B. Karloff pero también de G. Withers, de C. Trowbridge y del resto del elenco.
Encomiable la labor de los guionistas -S. Darling y G. Waggner- y hay que felicitar al director, W. Nigh, por su magnífico trabajo.
Y todo con una sorprendente precariedad de recursos materiales.