Protagonizada por un niño que es la viva imagen de los ochenteros muñecos repollo, que por si no fuera bastante trauma ser hijo de la Tara Reid pellejuda de American Pie, es enviado a casa de los abuelitos a mitad del campo y está obsesionado, fíjense ustedes, por la figura de Charles Manson. Ni que decir tiene que la abuela es siniestra como pocas y que lo mejor que podría pasar es que el susodicho asesino sectario se los llevase a todos por delante, pero no, la cosa va más allá... Parques de atracciones abandonados a lo Sillent Hill, maizales tenebrosos, vecinos chungos y pretenciosidad a lo Lynch, pero en cutre.
Aburrida, insulsa, coñazo absoluto sólo cabe destacar la fotografía, asombrosamente buena para un subproducto sin gracia, sin chicha y sin limoná.
Para ver después de una borrachera como mucho.
Lo mejor: A nivel técnico es bastante buena, todo hay que decirlo.
Lo peor: Es una pérdida de tiempo, y ya cuando los directores quieren explicártela es para hincharte a puñetazos.
Un zurullo.