Que la cárcel no es el medio de reinserción social que se pretende es evidente. Trojan acaba de salir del trullo y ya se ve envuelto en malos negocios con gente sucia, mala, ratera y desgraciada. Con un ritmo y pulso académicos y la frialdad clásica del cine de género alemán, Arslan retrata unos personajes sacados de las cloacas alemanas con maestría y sin peros. La trama está endiabladamente bien urdida e interpretada, sobre todo por ese primo feo de Castle que es Misel Maticevic y pone en jaque el cine comercial que se hace allende los mares con mejor caja pero falta de imaginación.
Un cine negro negrísimo con aire de clásico y la violencia medida a cuentagotas.
Lo mejor: Trama, desarrollo, interpretaciones.
Lo peor: Pierde fuelle para no revelar demasiadas cartas.
Aún así es una buenísima película que debería tener mucha mejor suerte.
Suele pasar.