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4
5,8
51.158
Fantástico. Acción. Romance
Como la mayoría de los adolescentes de su edad, Peter está intentando descubrir quién es y cómo ha llegado a ser lo que es. En su viaje para atar los cabos de su pasado descubre un secreto que guardaba su padre, un secreto que finalmente dará forma a su destino como Spiderman. (FILMAFFINITY)
13 de julio de 2012
38 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces he salido del cine decepcionado, pero en esta ocasión ha sido la única en la que me hubiera ido quince minutos antes de que acabase. Por respeto no lo hice porque iba acompañado, ya que no es plan de fastidiar a alguien a quien sí puede gustarle el film, lo cual es totalmente respetable.
No entendí por qué pese a que “Spider-Man 3” (2007) no cumpliese las expectativas esperadas (escasa aparición del traje negro, baja forma física de Tobey Maguire, etc.), decidieron tildarlo de fracaso. Un fracaso que sólo señalaba a Sam Raimi como único culpable. Quizás lo que más me fastidió es que no dejaran a Raimi ni siquiera la oportunidad de enmendar de su error, cosa que podrían haber hecho ya que pese a que a niveles generales no logró las expectativas esperadas, la taquilla y sus 890.900.000 dólares de recaudación dan para pensar en segundas oportunidades.
Nos encontramos ante una adaptación más moderna enfocada hacia un público juvenil amante de las sagas “Crepúsculo” y “Los juegos del hambre”. Un film que aparte de tener desmesurados fallos de guión (es incomprensible ver a Peter Parker con una cámara de los años 80 y después con un móvil que lleva cámara incorporada jugar al “bubble shooter”) no llega ni siquiera a ser fiel a los cómics.
La historia comienza directamente con el abandono de los padres de Peter Parker (Andrew Garfield) siendo un niño, dejándolo bajo la responsabilidad de sus tíos, quienes se hacen cargo del chico. Ya adolescente en el instituto, Parker investigará por qué fue abandonado y qué secretos escondían sus padres. A su vez, la picadura de una araña en los laboratorios Oscorp provocará que su vida cambie de la noche a la mañana adquiriendo increíbles poderes. Unas habilidades que no serán suficientes para enfrentarse a un enorme lagarto que acaba de aparecer en la ciudad al cual tendrá que combatir.
Creo que uno de los problemas más gordos que ha tenido este film ha sido el reparto. Todos los actores han cargado sobre sus espaldas con el peso de los anteriores films de Spider-Man. El hecho de intentar hacer una interpretación diferente ha provocado que sus actuaciones salgan extremadamente forzosas, provocando que acaben siendo mediocres. Es el caso de Sally Field (“Dos semanas“, 2006) que interpreta a la May Parker menos creíble que he visto en mi vida. De siempre, repito, de SIEMPRE, tia May ha sido una mujer anciana de pelo canoso, agradable y tierna. Es decir, siempre ha sido una persona querida a quien Peter Parker ha respetado como máxima autoridad. Aquí nos encontramos ante una May relativamente joven (podría decirse que cincuentona aunque no lo es) de pelo oscuro, gritona y malhumorada casi siempre. Se dirá lo que se quiera decir, pero empiezo a volver a acordarme de Sam Raimi.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento por falta de espacio)
No entendí por qué pese a que “Spider-Man 3” (2007) no cumpliese las expectativas esperadas (escasa aparición del traje negro, baja forma física de Tobey Maguire, etc.), decidieron tildarlo de fracaso. Un fracaso que sólo señalaba a Sam Raimi como único culpable. Quizás lo que más me fastidió es que no dejaran a Raimi ni siquiera la oportunidad de enmendar de su error, cosa que podrían haber hecho ya que pese a que a niveles generales no logró las expectativas esperadas, la taquilla y sus 890.900.000 dólares de recaudación dan para pensar en segundas oportunidades.
Nos encontramos ante una adaptación más moderna enfocada hacia un público juvenil amante de las sagas “Crepúsculo” y “Los juegos del hambre”. Un film que aparte de tener desmesurados fallos de guión (es incomprensible ver a Peter Parker con una cámara de los años 80 y después con un móvil que lleva cámara incorporada jugar al “bubble shooter”) no llega ni siquiera a ser fiel a los cómics.
La historia comienza directamente con el abandono de los padres de Peter Parker (Andrew Garfield) siendo un niño, dejándolo bajo la responsabilidad de sus tíos, quienes se hacen cargo del chico. Ya adolescente en el instituto, Parker investigará por qué fue abandonado y qué secretos escondían sus padres. A su vez, la picadura de una araña en los laboratorios Oscorp provocará que su vida cambie de la noche a la mañana adquiriendo increíbles poderes. Unas habilidades que no serán suficientes para enfrentarse a un enorme lagarto que acaba de aparecer en la ciudad al cual tendrá que combatir.
Creo que uno de los problemas más gordos que ha tenido este film ha sido el reparto. Todos los actores han cargado sobre sus espaldas con el peso de los anteriores films de Spider-Man. El hecho de intentar hacer una interpretación diferente ha provocado que sus actuaciones salgan extremadamente forzosas, provocando que acaben siendo mediocres. Es el caso de Sally Field (“Dos semanas“, 2006) que interpreta a la May Parker menos creíble que he visto en mi vida. De siempre, repito, de SIEMPRE, tia May ha sido una mujer anciana de pelo canoso, agradable y tierna. Es decir, siempre ha sido una persona querida a quien Peter Parker ha respetado como máxima autoridad. Aquí nos encontramos ante una May relativamente joven (podría decirse que cincuentona aunque no lo es) de pelo oscuro, gritona y malhumorada casi siempre. Se dirá lo que se quiera decir, pero empiezo a volver a acordarme de Sam Raimi.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Pasando a las interpretaciones principales, Andrew Garfield (“La red social“, 2010) da vida al protagonista del film, un chico inteligente e introvertido que va con su música y skate a todas partes. Su interpretación es mejorable en todos los sentidos ya que gusta pero a ratos. Emma Stone (“Bienvenidos a Zombieland“, 2009) es Gwen Stacy, compañera de clase de Peter Parker y de la cual este se enamora. Stone no logra tampoco alcanzar el nivel de aquella maravillosa Stacy que interpretó por aquel entonces Bryce Dallas Howard (“Más allá de la vida”, 2010). Rhys Ifans (“Anonymous“, 2011) interpreta al científico Curtis Connors, un hombre inteligente como científico pero decepcionante cuando se transforma en villano. Desde “Thor” (2011), no había visto un villano tan poco creíble y mal realizado. Decepcionante.
Horner se esfuerza en crear unos buenos temas, pero no tiene ni la potencia suficiente, ni la originalidad que tiene Danny Elfman para crear una BSO que sea claramente identificativa con el hombre araña. Elfman sí que consiguió eso.
Son los pequeños detalles los que acaban marcando la diferencia. Detalles como no realizar un “opening” tan magistral como el que hizo Sam Raimi (donde Danny Elfman se luce) y que aquí dura treinta segundos escasos. Detalles como el de no comprender por qué dan tan poca importancia a la muerte de tio Ben prescindiendo de sentimentalismos o el de quedarse boquiabierto al ver que media ciudad de Nueva York sabe quién es Spider-Man. Detalles y más detalles que enfurecen a todo admirador de la saga del hombre arácnido y más aún cuando ni siquiera hablan de su pasión: la fotografía.
Tengo que admitir que la trilogía de Spider-man realizada por Sam Raimi (“Darkman“, 1990) ha sido para mí excelente y que dejó un listón muy alto a niveles generales. Como he dicho, también ha tenido sus fallos, pero siempre se ha notado que ha tenido esa rigurosidad por ser fiel a los cómics, satisfaciendo en gran medida tanto a los fans como al público en general.
Por eso creo que las comparaciones sí que deben realizarse en todo momento, ya sea por el corto periodo de tiempo en el que se han realizado el último film de Raimi y el primero de Marc Webb, como por el hecho de que ambas son sobre Spider-Man. Véase el ejemplo de todos los films que se han realizado sobre Batman y la de comparaciones negativas y positivas que han tenido todos.
Siempre he visto con respeto todas las películas, pero en esta he tenido la sensación de que se estaban riendo de mí en mi propia cara. Y lo que es peor, no poder evitar esa sensación bochornosa que se acaba convirtiendo en un mosqueo profundo dentro y fuera del cine.
Horner se esfuerza en crear unos buenos temas, pero no tiene ni la potencia suficiente, ni la originalidad que tiene Danny Elfman para crear una BSO que sea claramente identificativa con el hombre araña. Elfman sí que consiguió eso.
Son los pequeños detalles los que acaban marcando la diferencia. Detalles como no realizar un “opening” tan magistral como el que hizo Sam Raimi (donde Danny Elfman se luce) y que aquí dura treinta segundos escasos. Detalles como el de no comprender por qué dan tan poca importancia a la muerte de tio Ben prescindiendo de sentimentalismos o el de quedarse boquiabierto al ver que media ciudad de Nueva York sabe quién es Spider-Man. Detalles y más detalles que enfurecen a todo admirador de la saga del hombre arácnido y más aún cuando ni siquiera hablan de su pasión: la fotografía.
Tengo que admitir que la trilogía de Spider-man realizada por Sam Raimi (“Darkman“, 1990) ha sido para mí excelente y que dejó un listón muy alto a niveles generales. Como he dicho, también ha tenido sus fallos, pero siempre se ha notado que ha tenido esa rigurosidad por ser fiel a los cómics, satisfaciendo en gran medida tanto a los fans como al público en general.
Por eso creo que las comparaciones sí que deben realizarse en todo momento, ya sea por el corto periodo de tiempo en el que se han realizado el último film de Raimi y el primero de Marc Webb, como por el hecho de que ambas son sobre Spider-Man. Véase el ejemplo de todos los films que se han realizado sobre Batman y la de comparaciones negativas y positivas que han tenido todos.
Siempre he visto con respeto todas las películas, pero en esta he tenido la sensación de que se estaban riendo de mí en mi propia cara. Y lo que es peor, no poder evitar esa sensación bochornosa que se acaba convirtiendo en un mosqueo profundo dentro y fuera del cine.