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Voto de Revista Contraste:
7
Comedia. Drama Lenny Reinhard (Elyas M'Barek) tiene ya 30 años pero sigue siendo un juerguista irresponsable. Por eso, su padre le obliga a cuidar de uno de sus pacientes adolescentes, que tiene una grave enfermedad cardiaca. Será entonces cuando Lenny rompa con todas las reglas para hacer que se cumplan cada uno de los deseos de su nuevo amigo. (FILMAFFINITY)
19 de marzo de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El alemán Marc Rothemund se pone al frente de este largometraje extraído de la novela de Daniel Meyer y Lars Amend, la pareja real a la que dan vida los actores Philip Schwarz y Elyas M’Barek.

Basada en un suceso reciente, la trama se asemeja a muchas otras que últimamente se han hecho un hueco tanto en el mundo del cine como en el de la televisión. No es una idea original el relato acerca de la adolescencia vivida desde el punto de vista de un enfermo terminal. Sin embargo, eso no es un impedimento para un trabajo bien hecho que evite un guión flojo o frivolizar la situación y convertirla en un romance superficial, como suele suceder.

Quizá la ventaja de la película reside en los personajes y la relación que se plantea entre ellos. Lenny, con 30 años, no ha hecho más que dejar inacabada la educación en la que tanto ha invertido su padre y gastar dinero en fiestas. Por otro lado, David, un chico de quince, padece una enfermedad de corazón que no tiene cura y está empezando a perder la esperanza. Ambos encarnan estereotipos conocidos, con la virtud de que no están demasiado caricaturizados, sino que fácilmente se muestran predispuestos a abrir su mente y reflexionar. La diferencia de edad entre los protagonistas les aporta experiencias y perspectivas diferentes, algo que les permite aprender varias cosas el uno del otro. Entre los dos surgirá una amistad muy interesante que les invitará a salir de su comodidad y a encontrar a un hermano.

A pesar de no estar centrado en el hospital, sino en las vivencias de David y Lenny, el film no endulza la enfermedad y presenta también sus consecuencias tanto para el protagonista, como para los de su alrededor. Destaca la relación de David con su madre, quien se desvive por él, pero aparece como “la mala”, ya que es quien le obliga a seguir sus tratamientos. De todas maneras, queda reflejado cómo el niño es consciente de ello y siente también la responsabilidad de hacer que ella sea feliz. Aunque eso no veta que, como cualquier otro adolescente, también sienta curiosidad por el insustancial mundo de su amigo y quiera experimentarlo.

Sin profundizar en tópicos filosóficos, ni abundar en la tragedia de la enfermedad Un corazón extraordinario afronta con toques de humor una situación dura y conocida, subrayando el valor de la amistad. Los simpáticos personajes se ganarán al público, sobre todo adolescente, que disfrutará de sus comunes andanzas y quedará con el corazón ablandado ante una narración tan humana.

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Revista Contraste
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