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Argentina Argentina · santa fe
Voto de rouse cairos:
9
Drama. Musical. Romance Aniceto (Hernán Piquín) es un hombre solitario que vive con su gallo en un pueblito de Mendoza. Francisca (Natalia Pelayo) es una chica ingenua que llega al lugar en busca de trabajo. Se conocen y se enamoran. Parece un sueño, pero termina en pesadilla cuando aparece la enigmática e irresistible Lucía (Alejandra Baldoni), su nueva vecina, que perturba al hombre y lo arrastra a su propia destrucción. (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2009
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luego de 15 años de ausencia de la pantalla grande (en el medio sólo hubo un extenso documental político), Leonardo Favio regresa a su propio clásico de mediados de los sesenta, "El romance del Aniceto y la Francisca", para transformarlo en una emotiva pintura sonora en movimiento de ballet.
Aniceto es un compadrito dueño de un gallo de riña blanco con el que se gana la vida, que vive en un cuartito de adobe, quien -en un día que presagia tempestad- conoce a la Francisca, niñada y protectora como una madre, y la lleva a vivir con él. La historia de amor transcurre plácida hasta que se cruza en su camino la Lucía, una mujer fatal, por la que el temperamental Aniceto arriesgará todo.
Si bien la historia no ha cambiado demasiado desde la inolvidable versión original -con María Vaner, Federico Luppi y Elsa Daniel- lo que sí se ha alterado es la puesta en escena. Los espacios se recrean de forma casi teatral, con escenografías de un surrealismo fronterizo, transitadas por un elenco integrado por bailarines sin antecedentes actorales. Con una capacidad sintética notable en su narración, Favio neutraliza todo elemento que sobra en el
relato y se limita a unos pocos puntos de acción fuerte, donde las riñas de gallos son el correlato de la forma en que vive Aniceto sus pasiones.
Con una estética muy personal, como un cuento expresionista y onírico, Favio se aleja del realismo costumbrista, lo estiliza, apoyado en un glorioso manejo de la iluminación,
particularmente el trabajo con las sombras y los contraluces. La trama se eleva sobre un poderoso color local, con riñas de gallos filmadas en primerísimos primeros planos, creencias populares, gitanos, milongas, mates, ollas sobre cenizas y peleas a cuchillo acompañados de permanentes subrayados musicales.
Todo en "Aniceto" se encamina a buscar una síntesis entre lo universal y lo local, entre el espíritu popular y la cultura sin límites. El sonido de un íntimo Chopin, interpretado por
el pianista tucumano Miguel Ángel Estrella, es un ejemplo de cómo esto se alcanza.
Asombrosamente, los protagonistas son seguidos con la cámara fija o apenas leves desplazamientos en inéditos planos secuencia, dejando que esos cuerpos de los bailarines
devenidos en actores expresen toda su potencialidad dramática.
El filme supera el enorme desafío de contarse de forma tan diferente, el salto al color y al movimiento extremo de la danza, porque abundan los momentos de belleza cinematográfica como para disfrutar de ese cine exagerado, apasionado, melodramático y trágico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rouse cairos
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