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España España · Barcelona
Voto de zoquete:
9
Drama Historia de un neo-nazi (Gosling) que también resulta ser judío. Danny Balint estudia en una escuela judía de Nueva York. Al mismo tiempo, su popularidad crece dentro de círculos neofascistas, hasta convertirse en un admirado líder. En su interior se desarrolla una personalidad paralela; por un lado, se está formando como rabino, estudiando la Torah y enseñando hebreo; y por el otro, ataca a los judíos... Judaísmo ortodoxo y ... [+]
29 de marzo de 2009
64 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Veréis, tengo vocación de macarra: esa deliciosa sensación de poder básico, directo, brutal, de imponerse por la fuerza... me seduce. Tal vez por eso desde siempre he envidiado a los cuerpecitos danone esculpidos a base de mancuernas y pesas de cien kilitos. Tal vez por eso me hubiera gustado lucir un cinturón negro tras un ridículo kimono karatekid que implicara que nadie osara soplarme.

Por eso me ha fascinado Danny Balint, protagonista de la película que nos ocupa y luchador de raza que combina superioridad física y tenebrosa búsqueda de las raíces primigenias. Un judío que reniega de sí mismo para arrollar de la manera más primitiva con preguntas existenciales, que muchos intelectualillos de café simplemente considerarían puro entretenimiento. ¿Quién postula que la meditación está en contradicción con la violencia?

El director Henry Bean aborda la muy necesaria reflexión sobre el resurgimiento de la ultraderecha, las condenas al terrorismo tras el conflicto Palestino-Israelí y nuestro usual conformismo "políticamente correcto". Desde la aterradora noticia publicada por el New York Times sobre el judío de brillante discurso antisemita y prácticas fascistas, Bean nos muestra al típico neonazi, cabeza rapada, botas militares e indisimuladas esvásticas que intimida a un también típico judío, apocado y de frágil apariencia, y le golpea, le golpea, le golpea...

En paralelo presenciamos la rebeldía de un apasionado estudiante, un niño casi, que se niega a ver la virtud tras el puñal que alzó Abraham sobre su propio hijo. Asistimos a un conocimiento profundo de las escrituras y a una pasión casi enfermiza por analizar cada rasgo identificador del pueblo judío, "El pueblo elegido". Descubrimos la dolorosa contradicción de quien desconoce demasiados misterios divinos como para reconciliar sus entrañas con su razón, para esquivar la amargura de la decepción, tras unos dogmas presentados como infalibles. El joven Balint se entrega con odio y amor a lo divino, mientras reclama excusas para sedar a golpes sus tambaleantes convicciones.

¿Queréis juzgarlo? Os advierto que sabe un rato, pero ciertamente si lo condenamos a muerte, dejará de dar problemas. Nos gusta presumir, jactarnos incluso de una cultura cada vez más descafeinada basada en el descreimiento. Paradójicamente, sobre estas bases tan endebles, no puedo resistirme a aplicar el pragmatismo social, jugando a sentar principios éticos y morales entremezclados con los resquicios de mi temprana formación espiritual. Eso sí, cual anfitrión de una gigantesca fiesta de disfraces, para no enemistarme ni entrar en conflicto con nadie, sonrío hipócritamente a todas las ideologías sin plantearme seriamente si nos están dañando, si tienen base alguna o un sentido más allá del que poseen los horóscopos del diario.

En confidencia, también tengo días en que siento cierta vocación de santo. Se me pasa rápido en cuanto leo el periódico...
zoquete
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