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Voto de Fej Delvahe:
7
6,8
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Serie de TV. Drama
Historia de la vida del obispo de Sao Félix do Araguaia Pere Casaldáliga, un misionero español conocido como el obispo de los pobres o la voz de los indios, que desarrolló su trabajo en Brasil y que tuvo que enfrentarse a la la dictadura militar, a los terratenientes del lugar e incluso al Vaticano. (FILMAFFINITY)
10 de septiembre de 2014
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
No debe haber en España muchas familias que estén más involucradas de afecto, conocimiento y relaciones con Pedro Casaldáliga que la mía. En el año 1988 mi hermano Lucas estuvo durante un mes viviendo con Pedro Casaldalida bajo el mismo techo en Sao Felix de Araugaia, Mato Grosso, Brasil (cf. Mundo negro, nº 312, Madrid, septiembre 1988, p. 6-7). Mi hermano es testigo de su pobreza ejemplarizante, mucho mayor que la que se describe en este telefilme de Oriol Ferrer; por ejemplo, estando allí Lucas quiso comprarle al obispo Casaldáliga un frigorífico y una lavadora, pero éste no lo permitió por la simple razón de que mientras esos fueran artículos de lujo del que carecían la mayoría de habitantes de su prelatura él no podía permitirse tal tipo de comodidades. Igualmente, mi hermano vio frecuentemente a Pedro Casaldáliga lavándose su propia ropa y poniéndola a secar él mismo en el tendedero, tarea que no le hacía nadie de la misión; y así otros muchos signos de sencillez característicos de un estilo episcopal dignamente pobre, los cuales dan para llenar una realización como esta de Oriol Ferrer en vez de filmarla, como ha hecho el citado director, con escenas de contexto sexual casi pornográfico las cuales están completamente fuera de lugar y fuera del género religioso biográfico del que trata el telefilme.
Por otra parte, a principios de los años noventa del pasado siglo escribí un libro de poesía titulado «Acicates para un obispo» (Madrid 1995). Se trata de un libro donde cuestioné el clericalismo tan desproporcionado que acostumbran los obispos, sean de donde sean o estén en donde estén; pero como toda regla tiene excepciones, en este caso Pedro Casaldáliga ejerciendo de obispo ha sido una excepción a la regla de prelados insoportablemente clericalistas, quizás por esto mismo Pedro me escribió el prólogo, favor al que no quiso arriesgarse ningún otro obispo, dado que mi poesía no es meliflua sino crítica y destemplada hacia la profesión episcopal tal como se ha institucionalizado; en cambio Pedro aceptó dichos "Acicates" reconociendo en el citado prólogo: «Es poesía, va para obispos y es estimulante como un aperitivo amargo (dicen que así son los aperitivos buenos)». Pues bien, en verdad si hablamos de auténtica poesía viva y trascendente ésta ha sido la mismísima vida de Pedro Casaldáliga, algo que al menos en este aspecto sí ha recogido muy bien Oriol Ferrer en su filme «Descalzo sobre tierra roja».
Sin duda, la vida de Pedro Casaldáliga en Brasil es apasionante y así puede contemplarse en gran parte del trabajo de Oriol Ferrer. Ahora bien, este filme, que podía haber sido una obra maestra dentro del género de cine religioso cristiano y católico, va el director y lo estropea neciamente al meter varias escenas de amor-sexo-cama de personajes anejos al propio Pedro Casaldáliga, escenas propias de directores de cine cuyo cerebro no parece ser capaz de concebir un filme sin representación explícita de algún que otro coito aunque no vengan a cuento ni tengan nada que ver con el argumento central que se narra; escenas de descripción sexual-apareamiento propias de otro tipo de cine (comercial, para calentar los instintos sexuales de la gente, porno, etc.) que no vienen para nada al caso cuando se está narrando la vida de un "santo" como es la de Pedro Casaldáliga.
Si han visto cualquier película que se precie del género religioso, por poner un ejemplo reciente, el filme sobre la vida de Vicente Ferrer en la India, no hay ni una sola escena de cruda naturaleza fornicadora como las que al tal Oriol Ferrer se le ha ocurrido introducir en el filme de Casaldáliga. ¿Acaso Oriol Ferrer, sabiendo que todos vamos diariamente a defecar, filmaría en la biografía de su padre a éste o a algunos de sus amigos en el momento más íntimo de la defecación o de otras interioridades las cuales aunque sean naturales no son cruciales describir en su pleno interiorismo, entonces, por qué comete tan obsesiva manía de filmar escenas de ayuntamiento sexual en cama en este telefilme sobre el obispo Pedro?
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Por otra parte, a principios de los años noventa del pasado siglo escribí un libro de poesía titulado «Acicates para un obispo» (Madrid 1995). Se trata de un libro donde cuestioné el clericalismo tan desproporcionado que acostumbran los obispos, sean de donde sean o estén en donde estén; pero como toda regla tiene excepciones, en este caso Pedro Casaldáliga ejerciendo de obispo ha sido una excepción a la regla de prelados insoportablemente clericalistas, quizás por esto mismo Pedro me escribió el prólogo, favor al que no quiso arriesgarse ningún otro obispo, dado que mi poesía no es meliflua sino crítica y destemplada hacia la profesión episcopal tal como se ha institucionalizado; en cambio Pedro aceptó dichos "Acicates" reconociendo en el citado prólogo: «Es poesía, va para obispos y es estimulante como un aperitivo amargo (dicen que así son los aperitivos buenos)». Pues bien, en verdad si hablamos de auténtica poesía viva y trascendente ésta ha sido la mismísima vida de Pedro Casaldáliga, algo que al menos en este aspecto sí ha recogido muy bien Oriol Ferrer en su filme «Descalzo sobre tierra roja».
Sin duda, la vida de Pedro Casaldáliga en Brasil es apasionante y así puede contemplarse en gran parte del trabajo de Oriol Ferrer. Ahora bien, este filme, que podía haber sido una obra maestra dentro del género de cine religioso cristiano y católico, va el director y lo estropea neciamente al meter varias escenas de amor-sexo-cama de personajes anejos al propio Pedro Casaldáliga, escenas propias de directores de cine cuyo cerebro no parece ser capaz de concebir un filme sin representación explícita de algún que otro coito aunque no vengan a cuento ni tengan nada que ver con el argumento central que se narra; escenas de descripción sexual-apareamiento propias de otro tipo de cine (comercial, para calentar los instintos sexuales de la gente, porno, etc.) que no vienen para nada al caso cuando se está narrando la vida de un "santo" como es la de Pedro Casaldáliga.
Si han visto cualquier película que se precie del género religioso, por poner un ejemplo reciente, el filme sobre la vida de Vicente Ferrer en la India, no hay ni una sola escena de cruda naturaleza fornicadora como las que al tal Oriol Ferrer se le ha ocurrido introducir en el filme de Casaldáliga. ¿Acaso Oriol Ferrer, sabiendo que todos vamos diariamente a defecar, filmaría en la biografía de su padre a éste o a algunos de sus amigos en el momento más íntimo de la defecación o de otras interioridades las cuales aunque sean naturales no son cruciales describir en su pleno interiorismo, entonces, por qué comete tan obsesiva manía de filmar escenas de ayuntamiento sexual en cama en este telefilme sobre el obispo Pedro?
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
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¿No ha reparado Oriol Ferrer que este tipo de película religiosa, de apologética sobre un profeta u hombre ejemplar o "santo", aunque sea un "santo que mea", no la van a ver «tipos encendidos y gustosos de voyeurismo» a los que hay que excitarles la líbido, sino personas religiosas más o menos deseosas de ver y saber de vidas proféticas y seres filoespirituales, espectadores no ansiosos por llenarse los ojos con sobras eróticosexuales de otros géneros del cine? Sinceramente, para mí, o el tal Oriol Ferrer se exacerbó sexualmente al estar en el Mato Grosso filmando a bellezas nativas hasta el punto de obsesionarse y perder el horizonte o fin último del filme o no tiene ni idea del público al que va destinado su encargo religioso cinematográfico. ¿Qué pasa, que ni Oriol Ferrer ni sus allegados en la realización han sido capaces de comprender que se trataba de un telefilme cuyo propósito era eminentemente apologético sobre la vida de un "santo", un trabajo que debía servir como obra fílmica educativa y promocional en una futura beatificación de Pedro (una vez su espíritu haya desencarnado) o para que inspire la vida de personas ávidas de trascendencia no a "voyeurs" de los que buscan contemplar particularismos sexuales entre hombres y mujeres cuando están copulando en sus amoríos?
Hay cantidad de responsables encargados de guiar a otros dentro del amplio cristianismo-catolicismo, que una vez visto este telefilme quizá no les parezca adecuado ni procedente exhibirlo en sus comunidades o recomendarlo a sus educandos dado que además de ver una obra sobre la vida profética de un obispo católico en Sao Feliz de Araguaia, además tendrán que tragarse sin venir a cuento varias escenas eróticosexuales extremas de gente adyacente al protagonista religioso. Y no es especulación, sino experiencia y simple conocimiento de como funcionan las mentalidades religiosas en el mejor y esencial sentido del concepto «religión»; de lo cual, visto lo visto, el director Oriol Ferrer evidencia tener poquísimo saber y menos prospectiva por muy buen profesional que sea en el área de lo fílmico.
Fej Delvahe
¿No ha reparado Oriol Ferrer que este tipo de película religiosa, de apologética sobre un profeta u hombre ejemplar o "santo", aunque sea un "santo que mea", no la van a ver «tipos encendidos y gustosos de voyeurismo» a los que hay que excitarles la líbido, sino personas religiosas más o menos deseosas de ver y saber de vidas proféticas y seres filoespirituales, espectadores no ansiosos por llenarse los ojos con sobras eróticosexuales de otros géneros del cine? Sinceramente, para mí, o el tal Oriol Ferrer se exacerbó sexualmente al estar en el Mato Grosso filmando a bellezas nativas hasta el punto de obsesionarse y perder el horizonte o fin último del filme o no tiene ni idea del público al que va destinado su encargo religioso cinematográfico. ¿Qué pasa, que ni Oriol Ferrer ni sus allegados en la realización han sido capaces de comprender que se trataba de un telefilme cuyo propósito era eminentemente apologético sobre la vida de un "santo", un trabajo que debía servir como obra fílmica educativa y promocional en una futura beatificación de Pedro (una vez su espíritu haya desencarnado) o para que inspire la vida de personas ávidas de trascendencia no a "voyeurs" de los que buscan contemplar particularismos sexuales entre hombres y mujeres cuando están copulando en sus amoríos?
Hay cantidad de responsables encargados de guiar a otros dentro del amplio cristianismo-catolicismo, que una vez visto este telefilme quizá no les parezca adecuado ni procedente exhibirlo en sus comunidades o recomendarlo a sus educandos dado que además de ver una obra sobre la vida profética de un obispo católico en Sao Feliz de Araguaia, además tendrán que tragarse sin venir a cuento varias escenas eróticosexuales extremas de gente adyacente al protagonista religioso. Y no es especulación, sino experiencia y simple conocimiento de como funcionan las mentalidades religiosas en el mejor y esencial sentido del concepto «religión»; de lo cual, visto lo visto, el director Oriol Ferrer evidencia tener poquísimo saber y menos prospectiva por muy buen profesional que sea en el área de lo fílmico.
Fej Delvahe