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Voto de Fej Delvahe:
9
6,5
240
Drama. Thriller
Después de la II Guerra mundial (1939-1945), un cardenal (Alec Guinness) es acusado de haber traicionado a su patria. Es un hombre de carácter y voluntad férrea. Su interrogador (Jack Hawkins), un hombre benevolente en apariencia, recurre primero a la amabilidad para hacerlo hablar, pero acaba sirviéndose de pruebas falsas, trucos sucios y diversas formas de crueldad para conseguir su objetivo. Sin embargo, parece que nada consigue ... [+]
27 de julio de 2010
22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
El quid y el protagonista son el hecho religioso y el hombre religioso, por lo que la película se puede clasificar dentro del género religioso y en concreto del cristiano-católico.
Impresionante escena la del principio de la película cuando el "starring" y cardenal (Alec Guinness) está acabando la misa y en el libro de oraciones uno de los acólitos liturgistas le pasa una nota diciéndole que la policía ha venido a detenerle; el cardenal mira la nota y mira a los policías que le esperan al fondo de la catedral. Se supone que los hechos se desarrollan pocos años después de acabada la II G.M. cuando Europa se había dividido en la Europa Occidental-Demócrata y la Europa del Este-Comunista, por ejemplo en un país que quizás podía ser Hungría.
El desarrollo del filme se hace pesado y cargante para quien no mire la película con interés religioso, sociológico, psicológico o algo así. Pues todo es una pugna entre el interrogador (interpretado por el gran Jack Hawkins, que más tarde haría películas inolvidables como Tierra de Faraones, El Puente sobre el río Kwai, Ben-Hur o Lawrence de Arabia) y el apresado alto-clérigo quién durante meses se verá sometido a un estado de tortura psicológica, física e incluso sometido a drogas para que se confiese traidor al Estado y en consecuencia socavar el crédito y la moral de la Iglesia, una institución que sin ser esencial ni fundamentalmente un Estado compite y a veces tiene más autoridad y fuerza que cualquier Estado nacional político, algo que a los comunistas les causaba auténtica animadversión, saña, inquina y deseos de persecusión.
En realidad el tema central de esta obra de teatro y también película, es el que se resalta en las palabras del Evangelio de Mateo, capítulo 10, versículos 16-20, cuando Jesús envía a sus primeros misioneros y les advierte así del peligro (cfr): «Fíjense que los envío como ovejas en medio de lobos. Por eso tienen que ser astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres: a ustedes los arrastrarán ante las autoridades y los torturaran. Por mi causa, ustedes serán llevados ante los gobernantes y los reyes de este mundo, teniendo así la oportunidad de dar testimonio de mí ante ellos y la gente. Cuando los juzguen, no se preocupen por lo que van a decir ni cómo tendrán que hacerlo; en esa misma hora se les inspirará. Pues no van a ser ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes».
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Impresionante escena la del principio de la película cuando el "starring" y cardenal (Alec Guinness) está acabando la misa y en el libro de oraciones uno de los acólitos liturgistas le pasa una nota diciéndole que la policía ha venido a detenerle; el cardenal mira la nota y mira a los policías que le esperan al fondo de la catedral. Se supone que los hechos se desarrollan pocos años después de acabada la II G.M. cuando Europa se había dividido en la Europa Occidental-Demócrata y la Europa del Este-Comunista, por ejemplo en un país que quizás podía ser Hungría.
El desarrollo del filme se hace pesado y cargante para quien no mire la película con interés religioso, sociológico, psicológico o algo así. Pues todo es una pugna entre el interrogador (interpretado por el gran Jack Hawkins, que más tarde haría películas inolvidables como Tierra de Faraones, El Puente sobre el río Kwai, Ben-Hur o Lawrence de Arabia) y el apresado alto-clérigo quién durante meses se verá sometido a un estado de tortura psicológica, física e incluso sometido a drogas para que se confiese traidor al Estado y en consecuencia socavar el crédito y la moral de la Iglesia, una institución que sin ser esencial ni fundamentalmente un Estado compite y a veces tiene más autoridad y fuerza que cualquier Estado nacional político, algo que a los comunistas les causaba auténtica animadversión, saña, inquina y deseos de persecusión.
En realidad el tema central de esta obra de teatro y también película, es el que se resalta en las palabras del Evangelio de Mateo, capítulo 10, versículos 16-20, cuando Jesús envía a sus primeros misioneros y les advierte así del peligro (cfr): «Fíjense que los envío como ovejas en medio de lobos. Por eso tienen que ser astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres: a ustedes los arrastrarán ante las autoridades y los torturaran. Por mi causa, ustedes serán llevados ante los gobernantes y los reyes de este mundo, teniendo así la oportunidad de dar testimonio de mí ante ellos y la gente. Cuando los juzguen, no se preocupen por lo que van a decir ni cómo tendrán que hacerlo; en esa misma hora se les inspirará. Pues no van a ser ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes».
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En consecuencia, el protagonista o profesional eclesiástico, a partir de que es conducido a la cárcel, torturado y enjuiciado, reaccionará así mismo: con la sencillez y humildad de una paloma pero también con la astucia y la sagacidad de una serpiente. No en vano, en esto son auténticos especialistas. Sin duda, el gozne o meollo del argumento está en la frase que pronuncia el alto prelado ante su cohorte de clérigos y demás testigos, en la sacristía de la catedral, recién acabada la misa y en el momento de ser detenido por los agentes policiales del Estado comunista, declaración de hechos que el cardenal lanza muy sagazmente para "poner la venda antes de que brote el tumor": «Tengan presente que cualquier declaración que yo haga mientras esté en la cárcel será mentira o el resultado de la debilidad humana».
Efectivamente, ocurre así y conforme a la prospectiva del hombre religioso, que incluso se atreve a desafiar al hombre estatal con estas palabras: «Sus amos tienen mucha prisa. Quienes convierten lo celestial en terreno suelen tener mucha prisa... Así que vayamos al tema».
Y el tema no es otro que, después de todos los meses de prisión, tortura y juicio, si bien el hombre religioso, el profesional de la religión, confiesa debilitado por el tiempo de cárcel y los malos tratos, además de por la droga que le han hecho tomar para confesar barbaridades, que ha sido un traidor al Estado y al pueblo en diversas cuestiones (algo que incluso puede ser cierto en alguna medida) él saldrá libre y vencedor, dado que su proclama inteligente y astuta en el momento de la detención se ha corrido entre el pueblo cristiano-católico, entre las personas de a pie o gente religiosa común (esa misma grey de fe que siempre asustó a los gobernantes laicistas, porque ha sostenido la cultura cristiana en Europa desde el crucifijo hasta las Iglesias con todas sus parafernalias y poderes desde hace dos mil años), y esos fieles o laicos de la religión resulta que consideran al eclesiástico confeso de culpabilidad, más humano si cabe que antes y lo disculpan porque su confesión pública de indignidades lograda por el Estado comunista, no tiene ningún valor ya que ha sido extraída a base de torturas y métodos malignos, es decir sin estar el cardenal en condiciones de plena consciencia, en resumen: sin ser él mismo.
Fej Delvahe
Efectivamente, ocurre así y conforme a la prospectiva del hombre religioso, que incluso se atreve a desafiar al hombre estatal con estas palabras: «Sus amos tienen mucha prisa. Quienes convierten lo celestial en terreno suelen tener mucha prisa... Así que vayamos al tema».
Y el tema no es otro que, después de todos los meses de prisión, tortura y juicio, si bien el hombre religioso, el profesional de la religión, confiesa debilitado por el tiempo de cárcel y los malos tratos, además de por la droga que le han hecho tomar para confesar barbaridades, que ha sido un traidor al Estado y al pueblo en diversas cuestiones (algo que incluso puede ser cierto en alguna medida) él saldrá libre y vencedor, dado que su proclama inteligente y astuta en el momento de la detención se ha corrido entre el pueblo cristiano-católico, entre las personas de a pie o gente religiosa común (esa misma grey de fe que siempre asustó a los gobernantes laicistas, porque ha sostenido la cultura cristiana en Europa desde el crucifijo hasta las Iglesias con todas sus parafernalias y poderes desde hace dos mil años), y esos fieles o laicos de la religión resulta que consideran al eclesiástico confeso de culpabilidad, más humano si cabe que antes y lo disculpan porque su confesión pública de indignidades lograda por el Estado comunista, no tiene ningún valor ya que ha sido extraída a base de torturas y métodos malignos, es decir sin estar el cardenal en condiciones de plena consciencia, en resumen: sin ser él mismo.
Fej Delvahe