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España España · Barcelona
Voto de Jobo:
7
Thriller Larry (Martin Bacigalupo) es un ferviente cristiano evangélico que trabaja como mozo de mudanzas, aunque su gran aspiración es convertirse en actor profesional de anuncios publicitarios. Vive inmerso en una solitaria rutina de traslados en casas ajenas, disputas con su jefe (Larry Fessenden) y continuos cástings, a la espera de una gran oportunidad. Su suerte parece cambiar el día que Alexandra (Lilli Stein) entra en su vida, sin ... [+]
20 de enero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando las luces del cine se encendieron, la primera imagen que me vino a la cabeza fue la de Robert de Niro. Pero la imagen fue más lejos. Callback me ayudó a apreciar aun más el significado de la odisea del psicópata taxista de Taxi driver, aunque solo fuera por el atrevimiento que comportó en su día presentar un personaje tan disfuncional con tan buenas propósitos. Me di cuenta que aun no había valorado en su justa medida este detalle de la película de Scorsese. Aquí, en Callback, la genial actuación de Bacigalupo -- no puede negarse, se entiende que sea nominado a premios interpretativos con esos ojos crueles y esas miradas perdidas -- se mueve a través de unos canales menos originales, no hace sino dirigir el personaje hacia el destino que ya todo el mundo preveía: la crueldad. No hay ninguna sorpresa, ningún giro inesperado. Solo hace falta esperar que acontezca lo que de principio ya se supone inevitable. Esto lastra un tanto la producción y la hace demasiado previsible y plana.

Callback es una muestra más -- muy digna, ciertamente -- de lo que yo me atrevo a clasificar, ya, como una bifurcación del genero cinematográfico del drama psicológico: el drama psicopático. Ya está todo dicho con ello. Representaciones de personajes sin empatía, carentes de las bases mínimas de humanidad que se consideran necesarias para la convivencia. Solitarios extremos que viven alejados de la realidad y que no entienden porqué no son estimados en su justa valía. Y aquí aparece la religión de manera tangencial para definir un poco más al personaje. Se busca la religión como un punto de apoyo fraternal que, dicho sea de paso, es totalmente interesada por ambas partes. Ello cabe deducir de la lógica conversacional que se establece entre el protagonista y el padre evangélico: ninguno de los dos se cree al otro, pero ambos se necesitan.

La omnipotente presencia de Bacigalupo llena la película. Aparece en todas las escena. Su frialdad se extiende a toda la producción. No aparece un solo signo de humanidad en ninguno de los personajes. Todo es frio y seco, sin concesiones. Rodada, según nos conto el director, mayoritariamente con luz natural, puede que el tono de la fotografía acentúe aun más este propósito. Si era lo que pretendía, y cabe suponerlo, lo consiguió absolutamente.

Mención especial para los cinco últimos minutos y el cortocircuito final antes de los créditos. Lo mejor sin duda de una película que no debería pasar desapercibida entre el público, aunque no sea apta para todos los gustos.
Jobo
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