Creo que hablo con conocimiento de causa sobre el cine de Nicolas Winding Refn y en esta ocasión lo tenía muy complicado puesto que su obra anterior "Drive" es quizás el punto álgido de su carrera y por qué no decirlo, su mejor película junto a su debut "Pusher".
En toda su obra ha demostrado un talento en cuanto a la composición de planos y la estética, siendo estos prioritarios a la historia y al guion.
No digo que los guiones sean malos si no que son historias simples meramente funcionales y lo que el aporta es un original punto de vista.
En esta ocasión, Refn se ha ido a Bangkok para contar una historia de venganzas, criminales y policías pero dándole un tono narrativo muy cercano al cine oriental (referencia directa a Takeshi Kitano) , un sentido estético muy similar al de Wong Kar Wai pero mezclándolo con su imaginería freak al más puro estilo Lynch, y la sombra de "Corazón Salvaje" de David Lynch que sobrevuela todo el metraje. Una historia simple que gracias al realizador se convierte en algo único y difrente.
La duración es a penas de una hora y media y aun así se puede hacer algo larga. Pero la culpa de todo esto es un inició algo confuso en cuanto a narración, una sucesión de planos oníricos, lentos y confusos que hace que te despistes y aburras y una estética que a veces se confunde con la de un sofisticado anuncio de colonias.
Pero en el momento en el que Kristin Scott Thomas entra escena la historia parece que se asienta y va tomando forma mientras que se suceden una serie de escenas repletas de violencia, fascinantes y diferentes que hacen de esta película algo grande.
No importa que la historia sea sencilla, a medida que avanza adquiere matices que combinados con el sentido de la violencia estética de Refn consiguen que esta historia de criminales y policías sea perturbadora, emocional y repleta de belleza a partir de las imágenes.
Comparándola con la que para mí es su obra maestra "Drive", digamos que la segunda parte sin llegar a ser un plagió ni una sucesión consigue transmitirte esa sensación de haber visto algo grande mientras que en la primera se pierde queriendo ser David Lynch sin serlo y es en la segunda parte en la que manteniendo algo de ese tono Lynchiano consigue hacerse ver y demostrar de lo que este tipo es capaz.