Película muy rudimentaria, pero a la vez muy original. La manera en que está rodada esta historia hace patentes las limitaciones técnicas de la época. Sin embargo, ello se suple con un sorprendente desparpajo, que dota a la obra de una gran frescura. La estética es marcadamente expresionista, aunque el film carece de la monumentalidad de las grandes obras de la época. Los saltos en el espacio y en el tiempo se realizan con indudable gracia, e incluso las escenas más dinámicas y complicadas narrativamente hablando (en concreto, la de las carreras) se resuelven de forma ágil y ligera.

En conjunto, es como si el director estuviese intentando escaparse de los corsés que le imponían las carencias técnicas de la época para desmarcarse cuanto le fuese posible del mero "teatro filmado". Por desgracia, eso sólo se consigue en algunos pasajes.

La película es una fábula que critica la avaricia y el desmedido afán de conseguir dinero, pero a lo largo del metraje pone en solfa los pilares básicos de la sociedad moderna, todo ello dirigido a un final rotundo y de gran contundencia visual.

Con todo ello, "De la mañana a la medianoche" es una curiosidad cinematográfica que, más allá de su innegable importancia histórica, y sin ser una obra maestra, se sigue con gran interés.