Una comedieta de nivel más bien bajo, pero dirigida, bien dirigida (por otra parte no podía menos de ser así) por Douglas Sirk. El rey del melodrama se vuelve aquí hacia la comedia. Chocante. Piper Laurie se nos muestra es este film de jovencita estilo Sandra Dee o de tantas y tantas otras que hubo de ese estilo en esos años 50. La verdad es que la prefiero interpretando los papeles de Catherine Martell / Mr. Tojamura a las órdenes del insigne David Lynch en Twin Peaks que en este papel de niñita tonta y sosa que desempeña aquí. Esta jovencita trabaja como secretaria para un escualo de la construcción que, además, aspira a casarse con ella y se prepara el terreno pagándole un salario absolutamente desproporcionado para el trabajo que desarrolla. Su madre es el ama de llaves, por decirlo de alguna manera, de un también joven Tony Curtis, propietario de un viñedo y de una casa de tamaño más que respetable. Los dos jóvenes se enamoran y viajan a Las Vegas donde contraen matrimonio. "Mas lo malo es que (como en el poema de Rubén Darío) ella iba sin permiso de mamá", quien en realidad aspira a casarla con su empleador, el constructor, un vinatero le parece poco. Tony Curtis, llamado por el ejército a Corea, tiene que irse sin consumar el matrimonio, y ella, Piper Laurie, no se atreve a confesárselo a su madre. A partir de aquí, tiren del hilo y sacarán fácilmente la historia porque no tiene mucho de original y menos de compleja. Si se la pierden, no pasará nada grave.