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Voto de Martes Carnaval:
5
6,1
1.436
Drama
Los amigos Andreas y Simon son dos policías que viven de forma muy diferente. Andreas es feliz con su mujer y su hijo; Simon acaba de divorciarse y se emborracha regularmente. Todo cambiará cuando intervienen en la pelea de una joven pareja de yonquis y descubren a un bebé en un armario. Andreas, el hombre estable, obligado a enfrentarse a su impotencia, empieza a perder su idea de lo que la justicia significa. El rebelde Simon deberá ... [+]
17 de octubre de 2015
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta es una película aparentemente potente, cuyos cimientos son, a poco que se ausculten, frágiles, al igual que un edificio imponente tocado de aluminosis.
La trama está muy elaborada pero debe recurrir a un buen número de coincidencias que la desacreditan en parte.
Demasiado “deus ex machina”. Como es sabido en el teatro griego y romano los dramaturgos contaban con un recurso que les compensaba de la falta de ideas acerca de cómo proseguir el relato cuando la musa les era esquiva. “Deux ex machina” significa “Dios desde la máquina” y hace referencia al momento en que una especie de grúa introducía en el escenario, desde el exterior, a una deidad. A partir de ahí todo podía pasar. En la actualidad, esta expresión tan antigua se utiliza para aludir a un elemento externo que permite avanzar en una narración sin tener que respetar su lógica interna. Normalmente, se trata de una coincidencia sin la cual la historia no sería posible.
Por otro lado, Susanne Bier tiene la obsesión de explicar todo lo que pasa, ha pasado y va a pasar, con lo que no deja lugar a la indefinición, a la incertidumbre o a la polémica.
El conflicto moral que se pretende plantear con esta película —como comentaré en el spoiler— es inexistente.
¿Qué queda, entonces?
Un relato crudo contado con buen pulso narrativo y una buena interpretación del protagonista principal, Nicolaj Coster-Waldau. Nada más, pero tampoco nada menos.
La trama está muy elaborada pero debe recurrir a un buen número de coincidencias que la desacreditan en parte.
Demasiado “deus ex machina”. Como es sabido en el teatro griego y romano los dramaturgos contaban con un recurso que les compensaba de la falta de ideas acerca de cómo proseguir el relato cuando la musa les era esquiva. “Deux ex machina” significa “Dios desde la máquina” y hace referencia al momento en que una especie de grúa introducía en el escenario, desde el exterior, a una deidad. A partir de ahí todo podía pasar. En la actualidad, esta expresión tan antigua se utiliza para aludir a un elemento externo que permite avanzar en una narración sin tener que respetar su lógica interna. Normalmente, se trata de una coincidencia sin la cual la historia no sería posible.
Por otro lado, Susanne Bier tiene la obsesión de explicar todo lo que pasa, ha pasado y va a pasar, con lo que no deja lugar a la indefinición, a la incertidumbre o a la polémica.
El conflicto moral que se pretende plantear con esta película —como comentaré en el spoiler— es inexistente.
¿Qué queda, entonces?
Un relato crudo contado con buen pulso narrativo y una buena interpretación del protagonista principal, Nicolaj Coster-Waldau. Nada más, pero tampoco nada menos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El rapto de un niño es uno de los delitos más repugnantes y más castigados.
En la película, el rapto se produce por el exclusivo interés del protagonista, en función de sus circunstancias personales: Tener una mujer con una frágil salud mental a la que, aparentemente, la maternidad le ha sido muy saludable.
Andreas, el policía protagonista, puede albergar dudas acerca del futuro de un bebé que está en malas manos: las de unos padres drogadictos, pero hay una escena en la película —consecuencia de la obsesión de Bier por dejarlo todo atado y bien atado— que pone las cosas en su sitio. Cuando Andreas propone a su jefa que se le retire la custodia del bebé a su madre, ésta le contesta:
—No podemos: Está sano, bien alimentado y no ha sufrido malos tratos —que no vayan más allá de la falta de aseo, añado.
Sí con esos antecedentes Andreas opta por el rapto es para intentar dulcificar su situación personal, compensando a su mujer de una carencia sobrevenida que puede ser letal para ella, no para redimir a una criatura indefensa que no se puede valer por sí misma.
Por si hubiera dudas, Bier las despejará en uno de los diálogos finales, que tiene como interlocutores a los dos policías que intervienen en la historia, Andreas y Simon:
—Tienes que devolver el niño a su madre —le dice Simon a Andreas.
—No está capacitada para criarlo.
—Tú no eres quién para decidirlo y, si fuera como dices, ahí están los Servicios Sociales para hacerse cargo del bebé.
La película pone de manifiesto que, más irresponsable que la madre drogadicta respecto a su bebé, es Andreas respecto al suyo, al dejarlo en manos de su mujer, con desequilibrios emocionales y mentales importantes.
Cuando las leyes son democráticas, justas y claras, no se pueden transgredir sin delinquir. Un policía lo debe de saber mejor que nadie.
En la película, el rapto se produce por el exclusivo interés del protagonista, en función de sus circunstancias personales: Tener una mujer con una frágil salud mental a la que, aparentemente, la maternidad le ha sido muy saludable.
Andreas, el policía protagonista, puede albergar dudas acerca del futuro de un bebé que está en malas manos: las de unos padres drogadictos, pero hay una escena en la película —consecuencia de la obsesión de Bier por dejarlo todo atado y bien atado— que pone las cosas en su sitio. Cuando Andreas propone a su jefa que se le retire la custodia del bebé a su madre, ésta le contesta:
—No podemos: Está sano, bien alimentado y no ha sufrido malos tratos —que no vayan más allá de la falta de aseo, añado.
Sí con esos antecedentes Andreas opta por el rapto es para intentar dulcificar su situación personal, compensando a su mujer de una carencia sobrevenida que puede ser letal para ella, no para redimir a una criatura indefensa que no se puede valer por sí misma.
Por si hubiera dudas, Bier las despejará en uno de los diálogos finales, que tiene como interlocutores a los dos policías que intervienen en la historia, Andreas y Simon:
—Tienes que devolver el niño a su madre —le dice Simon a Andreas.
—No está capacitada para criarlo.
—Tú no eres quién para decidirlo y, si fuera como dices, ahí están los Servicios Sociales para hacerse cargo del bebé.
La película pone de manifiesto que, más irresponsable que la madre drogadicta respecto a su bebé, es Andreas respecto al suyo, al dejarlo en manos de su mujer, con desequilibrios emocionales y mentales importantes.
Cuando las leyes son democráticas, justas y claras, no se pueden transgredir sin delinquir. Un policía lo debe de saber mejor que nadie.