Prólogo:

Una vez, hace por lo menos quince años, en puro agosto a bastantes grados, cuatro amigos volvíamos caminando desde la otra punta de la ciudad a pleno sol a la una y media de la tarde más o menos. Reventados por la calor, hicimos un alto en el camino. Nos quitamos las camisetas y nos dejamos caer agotados en un banco público del paseo marítimo.
La estampa no era tan desagradable como puede que imaginen. Chavales jóvenes, despechugados y tirados en un banco. Pero coño, era verano y en pleno paseo marítimo.

Total, había una anciana indigente por aquella época (que dios la tenga en su gloria), que al vernos de aquella guisa se acercó sigilosamente al grupo de caminantes en reposo, y cogiendo desprevenido a uno de los miembros ya que su visibilidad era nula por tener la camiseta sobre la cara, le arreó un mamporrazo en el pecho con la bolsa de mimbre y gritó lo siguiente; ¡A trabajar al campo, asqueroso!



Crítica:

"Queréis la fama, pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar. Con sudor." ... Pamplinas.
- ¡A trabajar al campo, asquerosos!. - Le diría yo a Leroy o a Caruso.

Si no nos dejáramos llevar por el sentimentalismo, Fama la veríamos con la misma calidad que "Un paso adelante" o el "Tú si que vales".

Crítica mal construida y desagradable: pero con verdades como un templo.