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España España · Almería
Voto de Gabriel Ufa:
7
Comedia Un tímido contable (Leslie Howard) trata de salvar de la bancarrota a un estudio de Hollywood con la ayuda de una sexy mujer (Joan Blondell) y un cínico productor de buen corazón (Humphrey Bogart). (FILMAFFINITY)
2 de junio de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deliciosa comedia Warner sobre el funcionamiento de un estudio ficticio de Hollywood, el Colossal. Al borde de la bancarrota, su consejo decide enviar a su mejor economista, con poder absoluto, para que investigue “in situ” el estado de los estudios, con el fin de emitir un informe decisivo.
El enviado es Atterbury Dott (Leslie Howard), un genio de las finanzas, “el más brillante economista de Wall Street en los últimos 10 años”, pero sin ningún conocimiento previo del mundillo del cine y sin ningún tipo de habilidad social. Allí conoce de primera mano la trastienda de los rodajes y las estrellas.

Tay Garnett (“El cartero siempre llama dos veces”) ofrece una visión satírica y casi esperpéntica, con estrellas y técnicos despilfarrando el dinero. Todo el mundo ansía un trabajo en una película. Aparecen estrellas de cine mudo mendigando un papel, la madre de una niña de prodigio suplicando una prueba de canto y baile para que la contraten, o incluso una foca amaestrada.

Lo mejor del film es la magnífica exposición que hace de cómo funciona realmente un estudio por dentro. En este sentido, es una de las mejores muestras de cine dentro de cine.

Por lo que respecta al argumento, su desarrollo es algo más convencional. Aderezada con toques de humor (a veces negro), la narración avanza a ritmo irregular. En el reparto se incluyen dos estrellas de la Warner: Leslie Howard en la cima de su carrera y Joan Blondell, más otra aún por explotar que acabaría convirtiéndose en mito, el eterno Humphrey Bogart.
Howard quizá abusa un poco de sobreactuación, Blondell derrocha simpatía y frescura con su mirada de “ojos grandes y separados” en su papel de ex-niña prodigio (“Yo encabezo la lista de los que están acabados en Hollywood”) pero que no tiene reparos en hablar claro: “Tienes cifras en la sangre en lugar de glóbulos rojos”. Los diálogos no tienen desperdicio.
Y por encima de todos está Bogart, que saca por momentos una faceta cómica desconocida, pero absolutamente genial (impagable escena de los carteles).

No se puede hablar de una película redonda; su final, por ejemplo, parece muy precipitado, pero se ve con agrado y se disfruta.

Excelente muestra de cine dentro de cine. Imprescindible para saber cómo funcionaban por dentro los estudios en los años 30.
Gabriel Ufa
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