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España España · Barcelona
Voto de polvidal:
1
Serie de TV. Thriller. Drama Miniserie de dos episodios. Marina (Marián Álvarez), una atractiva y manipulable estudiante de clase media, se siente atraída por Julián (Tamar Novas), un joven de arrolladora personalidad que la acaba convirtiendo en rehén de sus impulsos asesinos. Durante un fin de semana, los dos asesinan y descuartizan a una pareja de novios. Verónica (Patricia Vico), la agente encargada del caso, intentará descubrir los motivos de tan atroz crimen, ... [+]
16 de septiembre de 2009
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La moda de los telefilmes, con sonados éxitos como el 23F de La 1 o El castigo que el mismo Daniel Calparsoro realizó para Antena 3, aterrizaba en Tele 5 con una prometedora historia inspirada, que no basada, en hechos reales. Esta frase de reclamo ya hace tiempo que suele ser más sinónimo de cutrez que de calidad. Sin embargo, la intensa promoción llevada a cabo por el canal de Vasile y las entusiastas declaraciones de su director, que manifestó sin pensárselo mucho que La ira ha sido hasta el momento su mejor película, hacían presagiar que estaríamos ante un producto interesante y cuidado. Pues bien, si esto es lo mejor que Calparsoro nos ha podido ofrecer no pienso tomarme la molestia de comprobarlo.

Primera entrega del telefilme. El arranque es prometedor. Marián Álvarez, con un bebé a cuestas, emprende una espectacular huida de la policía que termina con su detención. Varios flashes nos adelantan cadáveres mutilados. Los sospechosos: ella y su novio, un Tamar Novas de ojos desorbitados y nula credibilidad en su papel de frío psicópata. En la siguiente hora de metraje se van alternando los interrogatorios a la joven con los momentos previos y posteriores al brutal asesinato de una pareja de amigos. A pesar de las idas y venidas en el tiempo, el ritmo es dolorosamente lento. Los planos exteriores de la casa, repetidos hasta la saciedad, o el descuartizamiento de los cuerpos desde múltiples y rebuscados ángulos no ayudan precisamente a la agilidad.

Llegados al final del primer capítulo, uno desistiría por completo de invertir otra hora y media en conocer el desenlace de una trama que no engancha. Conocido el crimen, conocidos los asesinos, pocos misterios le quedan por resolver a la historia. Pero entonces entra en escena ese recurso llamado avance, que con un montaje frenético condensa en un par de minutos lo que nos deparará el siguiente episodio. La trampa ya está echada y nosotros hemos metido de lleno la pata. Le daremos su oportunidad al final de La ira.

Segunda entrega. Ahora es el psicópata el que se enfrenta al interrogatorio. Se confirma Tamar Novas como un descomunal error de casting. Concentra todas sus energías en exagerar la mirada y se olvida de que el personaje debe tener una doble personalidad. Se confirma también que el avance de la semana anterior fue un gancho envenenado. El ritmo no mejora ni tampoco aparecen giros inesperados en el guión. La única incertidumbre, que apenas interesa a nadie, es quien fue el asesino. Tras ofrecernos diferentes versiones de los hechos, la pareja de psicópatas lo desvela sin inmutarse. Aparecen los títulos de crédito y se corrobora ‘La ira’ como una de las mayores estafas televisivas, un exponente perfecto del marketing engañoso. Nos vendieron un producto transgresor y de calidad y lo único que obtuvimos es una historia que jamás debió salir de la pieza de un telediario.
polvidal
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