Si van a ver este bodrio fíjense bien en los títulos de crédito: todo es “MRAOVICH”, sí, con mayúsculas. Es decir, se trata de un “yo me lo guiso, yo me lo como”. Aunque en realidad el marrón se lo come el espectador que llega a ver esto que llaman una película. El guión es de lo peor que se ha escrito (lo ha escrito Sam Mraovich), la dirección ni se sabe en que consiste (el director es Sam Mraovich), la interpretación luce por su ausencia (el protagonista principal es Sam Mraovich), la fotografía e iluminación es cutre (la fotografía la dirige Sam Mraovich) y la música es un ruido que suena de fondo cuando menos te lo esperas (también la ha compuesto Sam Mraovich). Como sea que se trata de hacer una defensa de los derechos al matrimonio gay, o eso es lo que parece, creo que los efectos conseguidos en todos aquellos que vean esta porquería de película van a ser justo lo contrario. Es una cosa, no se puede llamar película, puramente amateur y solo se la recomiendo a los amigos de Sam Mraovich porque es de lo peor que he visto.