Y de forma casual este hombre va encontrando la forma de serlo, muy especialmente ante si mismo. Precisamente será un homosexual, que considera que todos los heterosexuales tienen algo de homosexualidad, el que le irá abriendo los ojos a un mundo donde las personas son las que tienen un gran valor. Ni las cosas, como por ejemplo los coches, ni los hobbys, como por ejemplo el fútbol, ni siquiera el sexo, están por encima de la consideración a otra persona, sea amante, amigo o delincuente. Rolf Silber mueve todos los hilos, y lo hace muy bien, para que los elementos cinematográficos: espacio, tiempo, actores, sonido, etc., compongan una agradable comedia, con graciosos gags de malentendidos, que no deja al espectador en la superficie de los hechos. Sin duda hará pensar al espectador. El protagonista principal es un hombre de verdad que gustará a unos y otras.