Y esto es lo más profundo que se llega a decir en toda la película. Tore Renberg no sabe escribir un guión, ni Stian Kristiansen dirigir una película, al menos su primera película. Utiliza bastantes planos efectistas pero sin ningún significado, como por ejemplo los radios de una rueda de bicicleta, o el manillar. Se podría salvar al menos por la música, pero ni por esas, y la única canción potable, cantada después una hora de aguantar este sin sentido, se estropea con un par de miradas romanticonas entre los dos protagonistas. Es un simple cuento que se ha realizado con dinero y con engaños y ocultaciones al espectador y con alteraciones del tiempo, sin sentido, con ánimo de darle al producto una forma más moderna que quizás pueda engañar a cuatro adolescentes inmaduros como nuestros protagonistas, que hay que ver lo mal que actúan.