Jodorowsky reniega de esta película cada vez que le preguntan por ella. Analizándolo en términos generales, podemos decir que se trata de un filme de productor, donde pocos de los elementos que ha hecho famoso a su realizador están presentes, si bien algunos, como el exotismo y la predilección por la cultura hinduista, son determinantes para el desarrollo de la trama. Tal vez, si Jodorowsky, teniendo conciencia del verdadero alcance del trabajo que se comprometió a efectuar, se hubiese desembarazado siquiera durante el rodaje de los rasgos que caracterizan a su cine, y hubiese ofrecido una propuesta netamente comercial y destinada únicamente al público infantil; hoy en día su labor en silla del director sería mucho más valorada, tanto por los entendidos como por el público, e incluso por él mismo. Con lo que finalmente mostró, queda la sensación que trató de luchar contra los financistas por querer meter sus peculiaridades. Y lo peor es que el espectador es incentivado a concluir que fue el cineasta quien terminó perdiendo, porque es notorio que dichas particularidades entorpecen el hilo argumental, haciéndolo, sobre todo en la segunda mitad, errático y poco legible, que no es lo mismo que complejo.