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Voto de Benjamín Reyes:
8
Bélico. Drama Autobiografía del marine SEAL Chris Kyle, un tejano que batió el récord de muertes como francotirador del ejército norteamericano. Kyle fue enviado a Irak con la misión de proteger a sus compañeros. Su puntería y precisión milimétrica salvó incontables vidas en el campo de batalla, por lo que se ganó el apodo de “Leyenda”, pero la noticia de sus hazañas llegó hasta las filas enemigas. Se puso precio a su cabeza y se convirtió en ... [+]
27 de febrero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El incombustible Clint Eastwood vuelve por sus fueros después de la pequeña decepción del variopinto musical “Jersey Boys” (2014). El artífice de obras maestras incontestables como “Sin perdón” (1992), “Los puentes de Madison” (1994), “Mystic River” (2003), “Million Dollar Baby” (2004) o “Gran Torino” (2009) firma una notable película con “El francotirador”, su filme número 34 como director.
Pauline Kael escribió el 15 de enero de 1972 en “The New Yorker” una crítica titulada “Saint Corp” con ocasión del estreno de “Harry, El Sucio” (1971), que protagonizaba Clint Eastwood, en la que tildaba el filme de fascista. Esta opinión marcó durante más de una década la percepción de gran parte del público de Eastwood. Tuvo que transcurrir una década, en la que dio el paso a la dirección y firmó notables títulos como “Infierno de cobardes” (1973), “El fuera de la ley” (1976) ¬–“Positif” llegó a definirla como “ese Mein Kampf del Oeste- o “Ruta suicida” (1977), para que la percepción del público comenzara a cambiar.
Ahora, a sus 85 años ha conseguido crear un largometraje que ha generado una inusitada controversia con detractores como Michael Moore o defensores como Jane Fonda. La mayoría de las opiniones que he leído y escuchado sobre “El francotirador” se quedan en la epidermis de lo ideológico y no van a la dermis fílmica. Quien haga una lectura ideológica de la película se estará equivocando porque Eastwood solo quiere mostrar la experiencia vital de un militar en concreto, jugando con la oposición entre realidad y mito, sin pretender hacer un análisis global de la intervención de Estados Unidos en Irak. Clint Eastwood es un patriota crítico con su país como ya lo demostrara con el díptico “Banderas de nuestros padres” (2006) / “Cartas desde Iwo Jima” (2006), en la que mostraba la Segunda Guerra Mundial desde la facción estadounidense y desde el bando nipón.
“El francotirador” no incurre en la visión estereotipada del Oliver Stone de “World Trade Center” (2006) ni en el patriotismo desaforado del Steven Spielberg de “Salvar al soldado Ryan” (1997) y la prueba radica en que a los tres minutos de metraje ofrece un magistral “flashback” de 24 minutos, en el que Eastwood lleva al espectador a la infancia de Chris Kyle, futuro marine que apodarán La Leyenda por abatir 160 objetivos con precisión milimétrica, el día que su padre le inicia en el ritual de la caza, luego a su juventud como “cowboy” de rodeos, a su instrucción militar (“El sargento de hierro”, 1986, en el recuerdo) y, por último, a su enamoramiento y casamiento.
El duelo entre La Leyenda y El Carnicero (antiguo medallista olímpico libio) tiene más de licencia cinematográfica que de verdad. Lo que sí es 100% verídico son las imágenes de los títulos de crédito finales, secundadas por el tema “The Funeral”, de Morricone, en las que se muestran las exequias del verdadero Chris Kyle.
Conviene recordar que Clint Eastwood, junto a Woody Allen, representa la excepción artística en una industria como la de Hollywood volcada en el entretenimiento. No será hasta 1980, cuando el MOMA de Nueva York proyecta cuatro de sus películas, cuando la crítica empiece a valorar su obra. Aunque no lo suficiente, ya que Orson Welles afirmó en 1982 que Eastwood era “el realizador más subestimado del mundo”. En 1985, año en que participa por vez primera en el Festival de Cannes con “El jinete pálido”, la Cinemateca francesa le dedicó una retrospectiva completa de su filmografía. Los cuatro Oscar por “Sin perdón” y otros cuatro por “Million Dollar Baby” lo terminaron por encumbrar. En 1998 recibió de manos de Jean-Luc Godard un César honorífico. Mató definitivamente el fantasma de Harry, El Sucio con la magistral “Gran Torino”. Que nadie lo resucite.
Benjamín Reyes
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