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Voto de Benjamín Reyes:
7
Documental El pintor y cineasta Pepe Dámaso (Agaete, Gran Canaria, 1933), convaleciente de una grave enfermedad, decide donar a sus paisanos la obra que ha guardado consigo a lo largo de setenta años. Antes de desprenderse de sus cuadros, Dámaso regresa a los paisajes y argumentos de su infancia, un conjunto de elementos identitarios sobre los que ha labrado una original alegoría plástica de la vida insular.
15 de abril de 2018
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El 18º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria se inauguró con el estreno de “El pintor de calaveras”, que se adentra en la simpar figura del creador plástico Pepe Dámaso.

La película, producida por Andrés Santana y dirigida por Sigfrid Monleón, se construye a través del diálogo pictórico que Dámaso ha establecido con la muerte toda su vida. Y a las puertas de la muerte se encontró hace unos meses, pero la burló, incluso con sentido del humor como se muestra en la introducción de la cinta en su estadía en el hospital.

En “El pintor de calaveras” se dan la mano la persona y el personaje. A sus 84 años, y antes de desprenderse de toda su obra plástica (que ha donado al pueblo canario), Dámaso revisita su infancia y las claves de su obra, como la huella guanche en su obra o su querencia por el surrealismo (impagable la escena de la cabra subiendo por las escaleras y miccionando sobre una alfombra).

Un muestrario de elementos identitarios que se completa con su faceta como realizador de piezas audiovisuales. En este sentido es todo un acierto haberle entregado una cámara de Súper 8 al propio Dámaso para grabar al equipo de rodaje y crear un juego de espejos en el que se rememoran cintas como “La umbría” (1975). Sin embargo, prevalece el hecho de que es una película documental movida por los sentimientos y que refleja la esencia de uno de los artistas canarios más singulares de los últimos 50 años.

Si algo hay que achacarle al documental y a Pepe Dámaso es que ha explotado en demasía su relación con el fenecido César Manrique. De hecho, en el “El pintor de calaveras”, se le muestra en una visita al camposanto de Haría, en Lanzarote, derramando lágrimas sobre su tumba.

Pero quedémonos con lo bueno. Una excelente fotografía, obra de Chechu Graf. En que Santana y Monleón saben encauzar a Dámaso, un personaje que es pura exuberancia, para ofrecer una visión más emocional que racional, con lo cual llegará a un público más amplio que el que suele frecuentar las galerías de arte y los museos. Y, sobre todo, quedémonos con que el arte cura. Como dijo el propio Pepe Dámaso en el festival grancanario: “Esta película me ha dado la vida”.
Benjamín Reyes
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