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Voto de Benjamín Reyes:
5
Comedia A Michel, un entusiasta del jazz, le basta encontrar un album raro para ponerse a escucharlo tranquilamente sentado en su salón. Pero el mundo entero parece tener otros planes para él: su esposa quiere hablarle, su hijo aparece de improviso, su vecino llama a la puerta, incluso su amante requiere su atención. Manipulador y mentiroso, Michel está desesperado por obtener algo de paz, pero hará falta mucha energía para que esa dulce mañana ... [+]
6 de julio de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La comedia francesa ha legado a la historia de cine el genio de Jacques Tati y la bufonada de Louis de Funès. La comedia “No molestar”, de Patrice Leconte se sitúa justo en el medio de estas dos polaridades.
“No molestar” se fundamenta en un argumento situacional que parte de la simple premisa de un hombre que busca una hora de tranquilidad (literalmente el título original es “Une heure de tranquillité”)una mañana sabatina para escuchar un disco de jazz que hacía tiempo anhelaba prestarle toda su atención (“Me, Myself and I”, de Niel Youart para más señas), pero el mundo entero parece que se ha obstinado en que no consiga su propósito. En apenas 79 minutos veremos desfilar por un escenario, casi único (el edificio donde vive nuestro protagonista) a su esposa (en plena crisis emocional), a su amante (con problemas de conciencia), a un albañil “polaco” indocumentado, a una chacha española con sinusitis (encarnada por la simpar Rosy de Palma), a su hijo “perroflauta”, a un vecino cotilla y hasta un numerosa familia de filipinos.
Cada vez que intenta poner la aguja del gramófono en su vinilo algo le impide disfrutarlo: el timbre de la puerta, el dichoso móvil, un molesto ruido inesperado, una improvisada fiesta vecinal… “No molestar”, basada en una obra teatral de Florian Zeller, es una comedia elegante, refinada, impregnada de una banda sonora ditirámbica, que sin ser una comedia del otro jueves, supera con creces la mediocridad de la reciente “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?” (2014), aunque sin superar a divertidos títulos de los últimos años del cine francés como “La cena de los idiotas” (1998), “Después de usted” (2003) o “Tímidos anónimos” (2010).
Es curioso el viraje en la filmografía de Patrice Leconte en los últimos tiempos. Con una dilatada trayectoria a sus espaldas que abarca 28 largometrajes, entre los que se encuentran títulos estimables como “El marido de la peluquera” (1990), “El perfume de Ivonne” (1994), “La viuda de Saint-Pierre” (2000) o “El hombre del tren” (2002). Consagrado en el drama, en 2006 dirige “Mi mejor amigo”, una comedia protagonizada por el inefable Danny Boon, en la que se mofaba de un esnob. Después vendría “Guerra de misses” (2008), que se adentraba en los concursos de belleza con sentido del humor.
El tema de esta simpática comedia que es “No molestar” no es otro que la imposibilidad del silencio en la sociedad contemporánea. Recientemente entrevisté al pintor Cristino de Vera y una frase suya se quedó grabada en mi cerebro: “El silencio absoluto es el paraíso”. Sabias palabras. Desafortunadamente, ese “paraíso” es cada vez más difícil de conseguir, aunque solo sea una hora al día, por culpa de la ubicua tecnología, que ha modificado la manera de comunicarnos. Kristine Billmayer, decana de Educación Continuada de la Universidad de Columbia, arroja luz sobre esta problemática social: “Estamos abrumados de comunicación, pero tenemos elección. Podemos apagar los móviles, apagar el ordenador o la televisión. Hay que recuperar la voluntad de hacer las cosas cuando uno quiere hacerlas”.
Benjamín Reyes
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