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Voto de Benjamín Reyes:
6
Intriga. Thriller El día de su quinto aniversario de boda, Nick Dunne (Ben Affleck) informa que su esposa Amy (Rosamund Pike) ha desaparecido misteriosamente. Pero pronto la presión policial y mediática hace que el retrato de felicidad doméstica que ofrece Nick empiece a tambalearse. Además, su extraña conducta lo convierte en sospechoso, y todo el mundo comienza a preguntase si Nick mató a su esposa... Adaptación del best-seller "Perdida", de Gillian Flynn. (FILMAFFINITY) [+]
21 de octubre de 2014
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La décima película de David Fincher supone la vuelta a la senda del cine de calidad del director de “Zodiac” (2007) tras dos filmes mediocres como fueron “Millennium: los hombres que no amaban a las mujeres” (2011) y la taquillera “La red social” (2010). En televisión si ha escanciado su talento en la primera y segunda temporada de la serie “House of Cards”, en calidad de director y productor ejecutivo.
Parte de la crítica de cine (incluyendo al ínclito Carlos Boyero) comete el craso error de otorgar todo el mérito (o demérito) al director de una película. En este caso en concreto, la valía del argumento es de la escritora Gillian Flynn, que adapta su propio y homónimo “best-seller”. Partiendo de una premisa personal (vivir en primera persona el despido laboral), Flynn teje una amalgama de géneros, que destila la influencia de Patricia Highsmith, la artífice de “Extraños en un tren”. La alambicada trama parte de un matrimonio de dos jóvenes profesionales del periodismo que ven cómo su vida cambia con la pérdida de su trabajo y la desaparición de ella el día del quinto aniversario de su boda. Flynn juega con el espectador como el perro con el gato. Desde el principio del argumento se plantea un juego, ejemplificado en el momento en el que personaje que encarna Ben Affleck le entrega el juego “Mastermind” a su hermana en el bar, a partir del cual el protagonista empieza a encontrar una serie de pistas que ponen en tela de juicio si el marido es culpable o inocente. El filme, que empieza de forma convencional, tiene un giro de trama hacia la mitad del metraje que propicia que su interés vaya “in crescendo” y vaya ganando terreno el rol del personaje interpretado por Rosamund Pike, en su mejor papel hasta la fecha tras títulos como “Los sustitutos” (2010) u “Orgullo y prejuicio” (2005).
El principal valor de “Perdida” es que juega con los roles de víctima y verdugo en un contexto social dominado por dañinos estereotipos. Asimismo, pone en la picota la percepción de la realidad por parte de la voluble opinión pública alimentada por el circo mediático al que dan pábulo los fabuladores del denominado “porno trágico”. Se constituye en una sátira de determinados medios de comunicación que solo parecen buscar el escarnio público, que Ben Affleck conoce en carne propia por su extinta relación con Jennifer López, y del que parece ajustar cuentas en la escena en la que decide reconocer su adulterio en público.
El mérito de Fincher radica en presentar una poderosa puesta escena y conseguir que un largometraje de dos horas y media se pase en un suspiro, a lo que contribuye el preciso montaje de Kirk Baxter. Solo le sobra el convencional recurso de la lectura visual del diario de la protagonista. “Perdida” tiene algo de “Zodiac”, la obra maestra de Fincher; mucho de “The Game” (1997) y ramalazos de “El club de la lucha” (1999), como el escupitajo en la bebida y el aforismo: “América adora a las embarazadas, ni que fuera tan difícil abrirse de piernas”). No me olvido de la sobresaliente “Seven” (1995), con la que guarda relación con el juego que plantea el psicópata de turno. El problema de “Perdida” es que el efecto sorpresa desaparecerá, inevitablemente, en un segundo visionado al igual que ocurrió con “El sexto sentido” (1999), de M. Night Shyamalan.
En el fondo, en la película, subyace una reflexión nada halagüeña sobre la vida matrimonial. Grandes cineastas clásicos como Erich von Stroheim o Alfred Hitchcock también presentaron sus particulares visiones sobre la vida conyugal, hace muchas décadas, en títulos a revisar como “Esposas frívolas” (1922) o “Matrimonio original” (1941).
Benjamín Reyes
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