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Voto de Benjamín Reyes:
4
Drama Narra la historia de Margaret y Walter Keane. En los años 50 y 60 del siglo pasado, tuvieron un éxito enorme los cuadros que representaban niños de grandes ojos. La autora era Margaret, pero los firmaba Walter, su marido, porque, al parecer, él era muy hábil para el marketing. (FILMAFFINITY)
11 de enero de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El largometraje número 17 en la filmografía de Tim Burton tiene un arranque interesante, un desarrollo correcto y un final decepcionante. Parece mentira que los guionistas de esa obra maestra incontestable llamada “Ed Wood” (1994), Scott Alexander y Larry Karaszewski, hayan pergeñado una historia tan insulsa.
Por su parte, Burton, que nos tenía acostumbrados a hipnóticos cuentos de hadas de estética nigérrima (que solo se atisban en la peculiar obra de la usurpada pintora protagonista) prefiere ofrecer su particular visión del mundo del arte, más relacionada con la mercadotecnia que con la creatividad y la valía de la obra. “Big Eyes” desacraliza el arte, desenmascarando el fraude de la identidad del artífice de los retratos de niños de inmensos ojos y mostrando como las pinturas de Margaret Ulbrich (con la firma de Keane, su apellido de casada) se llegaron a vender en los años 50 y 60 en los supermercados estadounidenses como objeto “cool” de mero consumo. Burton no pasa por alto que la mayoría del público acude a las galerías de arte y a los museos a reconocer y no a conocer. Por eso, el mensaje final del filme es que el arte debe elevar, no complacer.
Los espectadores que quieran ver una reivindicación de género pierden el tiempo, básicamente porque la obra de Keane/Ulbrich fue denostada por la crítica de arte por su banalidad y poco importa quién la pintó. Mensaje para las feministas: aparte de Frida Kahlo, excelente pintora que han convertido en estereotipo de mujer artista, en el siglo XX existe una pléyade de creadoras entre las que se encuentran María Blanchard, Olga Sacharoff, Tamara de Lempicka, Maruja Mallo, Dorothea Tanning, Meret Oppenheimer, Remedios Varo, Norah Borges, Sonia Delaunay, Natalia Goncharova, Nina Kogan o Antonina Sofronova.
En lo estrictamente cinematográfico “Big Eyes” decepciona porque solo se intuyen pinceladas del autor de esas maravillosas fantasías que son “Eduardo Manostijeras” (1990) ─en la estética colorista─, “Big Fish” (2003) o “La novia cadáver” (2005). A partir del juicio, la película se desdibuja y un gesticulante Christoph Waltz (que encarna al pintor dominguero que urde la estafa) llega a resultar cargante. Sin embargo, Amy Adams (que parece una actualización de Doris Day), resulta convincente en su rol de pintora postergada. Entre los aciertos también se cuentan la presencia de Terence Stamp, que se mete en la piel del hirsuto crítico del “New York Times” y la sugestiva Krysten Ritter (la novia yonqui de Aaron Paul en la serie “The Breakind Bad”). Tim Burton debería replantearse dirigir una película solo por el interés estético que le suscita la obra de una determinada pintora. En 2016 tendrá la oportunidad de resarcirse con su próximo proyecto: “Miss Peregrine's Home for Peculiar Children”.
Benjamín Reyes
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