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Voto de Benjamín Reyes:
5
Bélico. Acción Abril de 1945, la guerra está a punto de acabar. Al mando del veterano sargento Wardaddy (Brad Pitt), una brigada de cinco soldados americanos a bordo de un tanque -el Fury- ha de luchar contra un ejército nazi al borde de la desesperación, pues los alemanes saben que su derrota estaba ya cantada por aquel entonces. (FILMAFFINITY)
26 de enero de 2015
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Da la impresión de que David Ayer ha querido con “Corazones de acero” (imaginativa traducción del original “Fury”) rodar su película sobre la Segunda Guerra Mundial, trasladando la ambigüedad moral de sus habituales personajes policíacos (“Dueños de la calle”, 2008; “Sabotage”, 2014) al terreno bélico. El problema del cine de David Ayer, que en 2001 firma los dispares guiones de “Training Day” y “A todo gas”), es que aspira a escribir algo similar a la sólida trama de “Los amos de Brooklyn” (2009), pero se bifurca por el camino.
Aquí, para más inri ofrece una maniquea visión de los estertores de la contienda entre los tanques estadounidenses (concretamente el Sherman M4) y los alemanes (cuyo buque insignia era el Tiger, del que solo se fabricaron 1.354 unidades y de las cuales todavía existen seis, uno de los cuales aparece en la película) que se vislumbra desde los títulos de créditos iniciales y la primera escena en la que un jinete nazi se aproxima al espectador y es aniquilado por un “heroico” Brad Pitt (a la sazón productor ejecutivo). Todo lo que sucede a continuación parece una reivindicación del ejército estadounidense. Salvando las distancias parece una de aquellas películas que se rodaron a principios de los 40 para animar a los imberbes norteamericanos a enrolarse con el tío Sam. Hasta el gran John Ford sucumbió a este imperativo con el olvidable título de “Hombres intrépidos” (1940).
El problema de la mayoría de los filmes bélicos es que suelen contar la conflagración desde el punto de vista de uno de los dos bandos, condicionando al espectador. Uno de los pocos directores que ha ofrecido los dos enfoques de forma complementaria es Clint Eastwood con el díptico “Banderas de nuestros padres” (2006) y “Cartas desde Iwo Jima” (2006), en el que mostraba la humanidad y sus miserias desde la óptica de los “yanquis” y de los japoneses.
“Corazones de acero” es una cinta bélica menor que alterna escenas de acción y de diálogos a partes iguales (algunos realmente lapidarios: “Los ideales son pacíficos, la Historia es violenta”) sin destacar en ninguna de las dos facetas, pero tampoco desentonando en demasía. En su debe, se encuentra un metraje excesivo; en su haber dos escenas: la secuencia de los soldados comiendo en una mesa tras arrasar una población (que pone de relieve la dicotomía entre civilización y barbarie) y la larga escena final, en la que un tanque camuflado acribilla a un batallón (aunque incomprensiblemente las ráfagas de disparos emulan ¡rayos láser de colores!). En conclusión, el quinto largometraje dirigido por David Ayer es un título irregular, que sin grandes alharacas y con algunos fragmentos plúmbeos, pretende contar una parte de la intrahistoria de la inagotable Segunda Guerra Mundial.
No es de extrañar que “Corazones de acero” no haya recibido ninguna nominación en la próxima edición de los Oscar, una de las mejores, a priori, de los últimos años, que por fin han decidido reconocer a uno de los grandes talentos de Hollywood actual: Wes Anderson. Ahora solo falta que hagan lo propio con Tim Burton, artífice de esa obra maestra incontestable que es “Ed Wood” (1994).
Benjamín Reyes
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