A finales de los años cincuenta nacerá en Italia un nuevo subgénero cinematográfico, la Commedia all’italiana, un marcado estilo donde el humor en situaciones de pareja son la fuente primordial de sus argumentos, distanciándose del Neorrealismo que apareció posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Su nombre proviene de uno de sus filmes clave: Divorzio all’italiana (Divorcio a la italiana, 1961) de Pietro Germi, aunque el largometraje considerado el primero de este subgénero fue I soliti ignoti (Los desconocidos de siempre, 1958) de Mario Monicelli, realizador que va a convertirse en una de las figuras principales de este movimiento, si no el principal.

Esta información se trae a acotación porque los subgéneros y aun más los movimientos cinematográficos no aparecen de forma espontánea y bien se podría considerar a Le infedeli como una obra precursora de la Commedia all’italiana y que prácticamente sienta las bases de lo que se va a convertir.

El título, es inmejorable, puesto que la infidelidad es el punto fuerte de todo el relato y lo que mueve su desarrollo, hasta tres matrimonios en escena, todos infieles, algunas viven bien con esto, otras tienen a uno de los personajes deseando divorciarse para casarse con la persona con la que son infieles, hasta se habla de dos mujeres que enviudaron por compartir al mismo amante.

En medio de todo ese cardumen aparece el personaje de Osvaldo (Pierre Cressoy), joven galante que trabaja para una agencia de investigación privada, pero sin escrúpulos y que comienza a involucrarse en esa maraña de personajes de la alta sociedad a la que él no pertenece, y que tendrá su punto culmen con todos reunidos siendo investigados por unos policías.

Le infedeli es una comedia con buenos momentos, a la que hay que agarrarle el ritmo entre tantos personajes y situaciones, donde eso sí, el guion tiene un giro dramático en el último tercio que es realmente fuerte, al punto de que el filme termina convirtiéndose en una tragedia hiriente.