Me acerqué a Passion Play básicamente por Rourke y Murray. El reclamo de Megan Fox no me provocaba ni frío ni calor, a pesar de que sea una belleza. Y aunque podría despedazar la película en una orgía de placer destructivo y dejarme llevar, lo haré con la cabeza fría que será más sano.
La cinta es indudablemente mala. El mismo Rourke la puso a parir tras su rodaje (ni siquiera se estrenara en la gran pantalla) dedicando también alguna soslayada lindeza a su acompañante femenino en el reparto, y en el festival de Toronto provocó descojone general en algunas escenas, cosa que no me extraña. La cosa no es para menos. La historia no hay por donde cogerla, y aunque el papel de Mickey es el más serio y se nota que se esfuerza, la nula cualidad interpretativa de Megan Fox lo echa todo por tierra junto a un guión horrible y escenas de vergüenza ajena, así de sencillo. Ah si, y Bill Murray simplemente se pasó a cobrar el cheque y a poner alguna cara que otra de las que ya conocemos.
El tema de las alas del personaje de Megan es como poco, ridículo. Si no se hubiesen volcado en este hecho, todo tendría menos sentido del que ya de por sí tiene, pero incluso la historia de amor que surge entre ambos resulta floja e increíble.

Uno se pregunta de donde salen proyectos como éste, pero claro, todos los actores tienen que comer. Es además destacable el esfuerzo de la cinta por parecer seria e incluso poética en algunos pasajes, intentando crear una belleza y un romanticismo que se quedan simplemente en ridículos. El mismo Rourke calificó Passion Play como "horrible".

No recomendaría acercarse a ella ni por lástima, la verdad. Destacaría los planos de la Fox, que indudablemente es una mujer hermosísima, pero todo lo demás es un sinsentido total. Quzá el final y su explicación la salvan de la quema más absoluta, pero no la redime.

El título es otra incógnita. Podrían haber pensado el algo más afín. Totalmente evitable.