Media votos
6,2
Votos
3.105
Críticas
133
Listas
28
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de seagal4ever:
8
6,8
1.272
Terror. Ciencia ficción. Fantástico. Aventuras
En una isla remota, el doctor Moreau (Charles Laughton), un científico un tanto desequilibrado, lleva a cabo extraños experimentos con animales. Su objetivo es transformarlos en seres humanos. Adaptación libre de la novela "La isla del doctor Moreau", escrita por H.G. Wells. (FILMAFFINITY)
6 de marzo de 2010
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en una de las múltiples obras maestras del célebre escritor británico Herbert George Wells ("La isla del doctor Moreau"), el filme supone un más que reivindicable ejercicio de aventuras y terror que, pese a los años pasados, sigue manteniendo intacta su esencia y su más que evidente poder de evocación y atracción.
La historia se centra en la enigmática figura del doctor Moreau, un científico apartado del mundo que se dedica a realizar toda suerte de depravaciones y viles experimentos en una isla en medio del Océano. Ante la llegada de un naufrago a sus territorios, Moreau verá la posibilidad de llevar un paso más allá sus investigaciones con animales utilizando para ello al recién llegado...
El guión me parece netamente superior a lo que suele ser habitual en este tipo de filmes de aventuras. Los personajes secundarios poseen sorprendentemente las suficientes aristas y matices como para alejarlos de los típicos y manidos estereotipos. Es más, no hay más que ver al personaje del borrachín capitán Davies (Stanley Fields), que apenas saliendo en un par de escenas logra dejar huella. Y del mismo modo cabría reseñar al capitán Donahue (¿soy yo o Paul Hurst se da un aire de lo más curioso a Quentin Tarantino?).
Al margen de la completa construcción de determinados personajes, el guión también destaca por el gran ritmo narrativo que logra imprimir a la historia. La escasa duración del filme ayuda a la labor, pero no por ello deja de ser menos cierto que la película funciona como un auténtico reloj suizo.
La historia se centra en la enigmática figura del doctor Moreau, un científico apartado del mundo que se dedica a realizar toda suerte de depravaciones y viles experimentos en una isla en medio del Océano. Ante la llegada de un naufrago a sus territorios, Moreau verá la posibilidad de llevar un paso más allá sus investigaciones con animales utilizando para ello al recién llegado...
El guión me parece netamente superior a lo que suele ser habitual en este tipo de filmes de aventuras. Los personajes secundarios poseen sorprendentemente las suficientes aristas y matices como para alejarlos de los típicos y manidos estereotipos. Es más, no hay más que ver al personaje del borrachín capitán Davies (Stanley Fields), que apenas saliendo en un par de escenas logra dejar huella. Y del mismo modo cabría reseñar al capitán Donahue (¿soy yo o Paul Hurst se da un aire de lo más curioso a Quentin Tarantino?).
Al margen de la completa construcción de determinados personajes, el guión también destaca por el gran ritmo narrativo que logra imprimir a la historia. La escasa duración del filme ayuda a la labor, pero no por ello deja de ser menos cierto que la película funciona como un auténtico reloj suizo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Como todo buen científico loco que se precie, el doctor Moreau no duda en creerse una especie de Dios al haber conseguido crear seres capaces de hablar partiendo de simples animales. Y serán precisamente sus creaciones las encargadas de dar al traste con el reinado de dolor y perversión que el siniestro doctor había instaurado en la isla. Él mismo será el responsable de la caída de su microcosmos al ordenar a uno de sus secuaces incumplir las leyes que él mismo se encargó de dictar, y que desencadenará en una reflexión existencial entre los propios hombres-animales. Resulta especialmente portentosa la escena en la que tras haber matado a un hombre, los desgraciados seres caen en la cuenta de que si Moreau es un hombre, él también podrá morir entonces...
La dirección de Erle C. Kenton me ha sorprendido muy gratamente. Sobre todo en lo referente a la atmósfera del filme, con esa fotografía tan contrastada y ese constante juego entre los claroscuros que define muy bien la inquietud que rebosa cada de fotograma del filme. La evidente ausencia de música en gran parte del metraje consigue potenciar esa inquebrantable sensación de incertidumbre.
Pero si hay alguien que merece ser destacado por encima del resto ese no es otro que Charles Laughton. Su simple presencia en la pantalla ya es motivo suficiente para alegrarnos el día. En esta ocasión, en la que encarna al científico loco Moreau, lo fácil habría sido adoptar una postura histriónica y llamativa para abordar el personaje. Sin embargo, el personaje al que Laughton da forma posee una dimensión mucho mayor de la que podría parecer: un hombre tan aparentemente tranquilo, tan dominador de la situación que no tiene temor alguno por su vida en ningún momento. No tiene reparo en entregar un arma a su huésped que se quiere escapar, ni en encararse con sus desdichados engendros medio animales medio humanos para hacerles entrar en razón. Este Moreau es algo así como una especie de germen o precursor de un tipo de villano de un cine mucho más moderno y que, en cierto modo, me recuerda bastante al mítico Zaroff del filme "El malvado Zaroff", una producción curiosamente también del mismo año que ésta.
Y después de todo lo dicho, simplemente señalar que la película es una más que recomendable historia de aventuras con toques de terror que, gracias a su sólido guión y a la magistral interpretación de Charles Laughton logra dejar huella con facilidad en el espectador. La sugerente dirección y la moralina final redondean esta fascinante producción de la Paramount que posee enormes similitudes con la anteriormente mencionada producción de la RKO "El malvado Zaroff". Tan recomendable y disfrutable es la una como la otra. Pero Charles Laughton solo sale en una de ellas...
La dirección de Erle C. Kenton me ha sorprendido muy gratamente. Sobre todo en lo referente a la atmósfera del filme, con esa fotografía tan contrastada y ese constante juego entre los claroscuros que define muy bien la inquietud que rebosa cada de fotograma del filme. La evidente ausencia de música en gran parte del metraje consigue potenciar esa inquebrantable sensación de incertidumbre.
Pero si hay alguien que merece ser destacado por encima del resto ese no es otro que Charles Laughton. Su simple presencia en la pantalla ya es motivo suficiente para alegrarnos el día. En esta ocasión, en la que encarna al científico loco Moreau, lo fácil habría sido adoptar una postura histriónica y llamativa para abordar el personaje. Sin embargo, el personaje al que Laughton da forma posee una dimensión mucho mayor de la que podría parecer: un hombre tan aparentemente tranquilo, tan dominador de la situación que no tiene temor alguno por su vida en ningún momento. No tiene reparo en entregar un arma a su huésped que se quiere escapar, ni en encararse con sus desdichados engendros medio animales medio humanos para hacerles entrar en razón. Este Moreau es algo así como una especie de germen o precursor de un tipo de villano de un cine mucho más moderno y que, en cierto modo, me recuerda bastante al mítico Zaroff del filme "El malvado Zaroff", una producción curiosamente también del mismo año que ésta.
Y después de todo lo dicho, simplemente señalar que la película es una más que recomendable historia de aventuras con toques de terror que, gracias a su sólido guión y a la magistral interpretación de Charles Laughton logra dejar huella con facilidad en el espectador. La sugerente dirección y la moralina final redondean esta fascinante producción de la Paramount que posee enormes similitudes con la anteriormente mencionada producción de la RKO "El malvado Zaroff". Tan recomendable y disfrutable es la una como la otra. Pero Charles Laughton solo sale en una de ellas...