La partida que dirige el teniente Billing (Stack), recibe sobre la marcha la orden de llevar al jefe indio Nube Gris el acuerdo de paz firmado en Washington por el que se le conceden todas sus peticiones.
El camino es largo y solo dispone de unos días antes de que los indios se levanten en pie de guerra. Sin apenas provisiones debe recorrer el desierto y hacer frente al pérfido Taslik (Larsen), hijo de Nube Gris que los acompaña con el rostro sospechosamente tintado, "¿Por qué llevas pinturas de guerra si ahora hay paz -¿No llevas tú uniforme de guerra?" Oculta, los sigue también la bella y vengativa Wanima (Taylor), hermana de Taslik al que ayuda en sus intentos para evitar la paz, "Aprendí piedad en la escuela del hombre blanco".
El resto es un vagar en busca de agua por la soledad de un desierto mientras vamos conociendo la personalidad de los soldados, dando tiempo a que aflore a la superficie lo que cada uno esconde en su interior. Veremos también cómo a lo largo del camino, poco a poco, se va abandonando lo superfluo, lo que sobra de nuestro pesado equipaje.
Guion convencional realizado rutinariamente, sin convicción alguna. Personajes bastante estereotipados, sin relieve. La india a última hora parece que se arrepiente un poco y, por fin, los lleva al manantial de agua. Por el camino encuentran todavía una vieja mina que hace que surja en el grupo "La fiebre del oro". En fin, para que haya de todo.
Veremos casos de demencia por la deshidratación, y un cartel de productos farmacéuticos en un almacén que anuncia "Mark & Penn. Remedies".
Resumiendo, "Pintura de guerra" no pasa de una insípida pintura al temple, una floja historia mal contada. Puede verse si no hay otra cosa.