Por fin encontramos una entrega del serial de Cimarrón que destaca un poco sobre la medianía general. Y destaca no por la labor de los interpretes habituales, no, sino por la presencia de un interesante Joe (Crawford) que transmite hondura a la trama.
Se trata de un anciano ex presidiario que ha pasado buena parte de su vida entre rejas después de toda una vida de forajido. Como un vulgar vagabundo llega en tren a la ciudad precedido por su mala fama. Ya se sabe, cría fama y échate a dormir. Naturalmente, todas las puertas se cierran ante su sencilla petición de un trabajo que lo rehabilite. Contra el consejo del sheriff Crown (Whitman) la buena Dulcey (Townsend) le ofrece el de ayudante en su casa de comidas.
La cinta trata precisamente de segundas oportunidades, de enderezar el rumbo de la vida. Crown, que conoce bien al visitante, desconfía, "La gente como yo detiene a gente como usted"; Joe, que demuestra ser un hombre inteligente, juega bien sus bazas para tocar la fibra sensible de los demás y critica a los que se dedican a ir "Cerrando puertas, matando bichos". Todo se complica con la llegada de un tren que lleva a bordo famosos forajidos que trasladan a otra prisión.
La excelente interpretación de Crawford mantiene el interés del espectador hasta conocer sus verdaderas intenciones. No hay muchas pistas y la intriga se alarga casi hasta el final, donde hay alguna sorpresa.
Nos gusta asimismo la crítica que hace Joe de los escritorzuelos ignorantes y exagerados que cuentan las "hazañas" de los famosos bandidos del Oeste. A él van a contarle de atracos y de tiroteos ...
Al menos un fascículo interesante en esta teleserie.