Caín y Abel, sangre y nieve en Montana.
Aunque la cosa empieza entonada en Arkansas en 1864 en una de tantas batallas de la guerra de Secesión. "Ha llegado la hora de matar" para alcanzar "La dulce sensación de la victoria".
Todos pierden. Y al final queda aplazada diez años la venganza de Hollis Ranson (Makely) sobre su hermano Everett (Robinson) por viejas querellas de tufo racista, "Ya que perdisteis el derecho a matar esclavos, yo os permito matar a todos los que queráis".
Ya tenemos el tema, el resto no ofrece ninguna sorpresa según un guion mil veces visto. El bueno contra los malos, en esta ocasión auxiliado por la joven Rose Gage (Curtis) herida en su amor propio: "Te daré 500 dólares si me sirves de guía. -¿La mitad que a un hombre por ser mujer?" Aunque sabe defenderse con las armas y con su afilada lengua, "Tetas y chulería" para el gusto inicial de Hollis.
Floja realización. El ritmo no tarda en caer perdiéndose la acción en medio de postales navideñas continuamente ensangrentadas, incluyendo la extracción manual de una bala con la herida convenientemente cauterizada luego quemándola con pólvora.
Algunos momentos intensos en medio de la nada lenta y aburrida. Lacrimosos a veces.
Convincentes los Ranson, no parece Curtis una elección muy acertada.
Bien la ambientación y la música, preciosa la fotografía de los paisajes.
El conjunto no pasa de flojo aunque puede verse si no se tiene nada mejor que hacer.