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Voto de Isaac Paskual:
3
Comedia. Terror Mäddy Killian es una joven rebelde de 17 años del instituto Blackfoot con la misión de hacer caer al capitán del equipo de futbol. Se alistará a un grupo de cheerleaders para conseguir su propósito, pero una serie de trágicos acontecimientos harán que las chicas se vean empujadas a una batalla sobrenatural que culminará en una noche llena de mutilaciones que nunca olvidarán. (FILMAFFINITY)
2 de julio de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decía Stephen Dalton, periodista del The Hollywood Reporter, sobre "All cheerleaders die" que es una película con la energía de los primeros Sam Raimi o Peter Jackson. Yo estoy de acuerdo en dicha afirmación, aunque con una pequeña aclaración que cambia radicalmente el significado de la frase. La cinta tiene energía, pero dicha energía no está canalizada de la forma más correcta.
Yo siempre he defendido, por encima de todo, que en el cine es fundamental que lo que se cuenta resulte creíble. Una película puede narrarme: una invasión zombie, una fuga carcelaria de una prisión futurista, o la destrucción de una ciudad por parte de un monstruo de cien metros. Todo parece (y es) inverosímil, pero si quien dirige es capaz de creérselo, transmitirá esa credibilidad al espectador. Pues el principal inconveniente que le he visto a "All cheerleaders die" es su rotunda carencia de credibilidad. Lucky McKee y Chris Sivertson narran la película como quien cuenta un chiste, divertido pero a sabiendas de que es falso. La cinta tiene buenas ideas en su trama, pero están escondidas bajo inmensas capas de cartón-piedra que la hacen más difícil de digerir que un polvorón. Sirva como guinda al pastel su desenlace, más cercano a la comedia que al terror. Todo ello puede hacer que muchos espectadores se tomen la película como una broma, y el resto como una de mal gusto.
Y si a una película le quitas la credibilidad, por desgracia no te queda nada. "All cheerleaders die" me acabo resultando un pasatiempo brusco y hecho como a trompicones. Vamos, lo que antes decía de canalizar la energía. Lucky McKee y Chris Sivertson terminan diciéndonos que esto es la parte uno. Yo les recomendaré que olviden la parte dos, y a cambio prometo dejar esta crítica aquí.
Isaac Paskual
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