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España España · San Sebastián
Voto de RavenHeart:
8
27 de enero de 2011
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shinya Tsukamoto es conocido como uno de los directores de culto más transgresores del cine japonés actual, artífice de trabajos tan personales e inclasificables como Vital o A Snake of June, aunque los aficionados a la ciencia-ficción y el fantástico lo recordarán siempre por Tetsuo: El hombre de hierro y su secuela, Tetsuo: El cuerpo del martillo. Ahora, después de cambiar de registro con las dos entregas de Nightmare Detective, Tsukamoto regresa a su temática predilecta con Tetsuo: The Bullet Man, una nueva visión sobre la misma idea más que una secuela o un remake occidental al uso.

Así, Tsukamoto incide en la fuerza narrativa del film a través de elementos incómodos para el espectador, una constante en su carrera, la fotografía apagada, la cámara nerviosa y sobre todo una banda sonora machacona y atronadora. De hecho, la música de Chu Ishikawa podría compararse con las composiciones electrónicas industriales de Akira Yamaoka para Silent Hill no solo en la forma sino en el fondo, la representación de un infierno interior, en este caso el de un cuerpo corrompido por el odio y la rabia. Por momentos el film es una constante de movimiento, ruido y fogonazos completamente enloquecedora y agresiva que algún crítico ha calificado de experiencia sensorial. Ni el exceso de maquillaje consigue restar impacto a las escenas de mutación y combate.

Del mismo modo, las interpretaciones son exageradas, dejando a un lado ridículo o pasión en favor del furor de la historia, algo así como una especie de caos cinematográfico. Si en un principio al director le plantearon trabajar en inglés -dicen que Quentin Tarantino-, finalmente se ha limitado a introducir a ciertos actores foráneos como el protagonista Eric Bossick, manteniendo la nacionalidad con las presencias de Akiko Monô y Yûko Nakamura. Como viene siendo habitual, el propio Tsukamoto se reserva el papel de malvado. No es una cuestión de ego: Tetsuo no podía funcionar fuera de sus fronteras, algo que Tsukamoto tuvo presente desde un primer momento cuando decidió rodar en su tierra.

A pesar de las buenas sensaciones uno se queda con la duda de cuales eran las pretensiones del director con esta película. Si la intención de Tsukamoto era retocar la historia de Tetsuo para hacerla más amigable a los ojos occidentales, el japonés no ha suavizado en absoluto su estética de videoarte experimental ni la violencia surrealista que la impregna. Este Tetsuo angloparlante sigue siendo un trabajo difícil y furioso. Pero los abucheos con los que ha sido recibida en su periplo por festivales europeos no esconden la otra cara de la moneda. Visto desde fuera cabría pensar que el director se ha vendido al oro de Holywood, como tantos realizadores independientes. Pero ahí si que no hay nada que reprocharle. Este Tetsuo sigue siendo puro Tsukamoto.
Keichi
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RavenHeart
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