El Leslie Nielsen más televisivo es incapaz de salvar una producción con humor de sobremesa que dura bien poco pero que se hace eterna. Caras conocidas para una especie de cuento pseudonavideño con un pretexto absurdo pero una ejecución más que predecible.

Uno es incapaz de empatizar o sentir algún tipo de emoción por esta película edulcorada hasta la saciedad, sin ningún momento divertido y siguiendo a rajatabla todos los pasos del cine más familiar. Una película de plantilla que no se sale de lo establecido.