Floja última entrega de la serie clásica a la que ni siquiera con mucha compasión se le puede otorgar un aprobado. No sé sabe muy bien cómo, las momias de Kharis y de la Princesa Annanka, que habian desaparecido hundiéndose en una ciénaga de Nueva Inglaterra en el anterior episodio, aparecen 25 años después en una zona pantanosa de Lousiana.

(Bueno, parece que los sacedotes de Karnak los desenterraron de donde estaban, porque a Kharis lo colocan en un monasterio, mientras que a Annanka la vuelven a entierrar, y tiene que salir ella misma del el barro, porque todo en esta peli es bastante disparatado)

Rodada casi al mismo tiempo que la anterior entrega, aunque tiene un inicio bastante simpático con un número musical de la actriz belga Ann Code y ciertos ecos de folclore 'cajun', la película nunca despunta, ni siquiera tiene unos protagonistas definidos y repite esquemas de las anteriores sin demasiada gracia y sin ninguna coherencia.

Incluso el personaje de Annanka, al que se podría haber sacado mucho más partido y que está interpretado por una jovencísima Virginia Christine que luce bellísima, está muy desaprovechado a causa de la pobreza del guión.

Christine, que tendría luego una larguísima carrera como secundaria en muchísimas películas, revelaría tiempo después que Chaney se pasó todo el rodaje borracho y que cuando la transporta en sus brazos, a través de los pantanos, iba dando tantos tumbos de un lado para otro que temió varias veces por su integridad hasta que no se le sustituyó por un doble.