Shannen Doherty sigue deambulando por las pantallas desde que los púberes dejasen de adherirla en sus carpetas hace 20 años (junto a unos tales Dylan, Brandon, Kelly y pijompañía). La buena idea de base de este soporífero mendrugo, una detective especialista en retratos-robot que dibuja accidentalmente a alguien muy cercano en una sesión rutinaria con una víctima, se pierde en una enorme marea de divagaciones y falta de empaque de los personajes, que acaba irremediablemente provocando el bostezo y el olvido. Los buenos dan grima y los malos dan asco de lo poco malos que parecen, una de las constantes de estos filmes. ¿Existirá alguien capacitado para hacer películas para TV de calidad media? Aunque sea un director español actual, oigan. De perdidos, al río.